https://www.gorkazumeta.com/2017/06/inaki-gabilondo-nunca-he-tenido-el-gen.html
Una entrevista de Eduardo Ortega
en el diario digital Público.es
"Luis del Olmo me parecía un transatlántico, estaba lejos"
Público, Madrid, Eduardo Ortega: @_eduardo_ortega.
Fotografías: Christian González: @dalequetepego.
Cuando entramos a su despacho en la novena planta de lo que antes era el
edificio de Prisa y que ahora es casi de Primark, le digo que yo llevo papeles
para la entrevista, algo de lo que él suele huir. “Bueno, cada uno tiene su método”, defiende. Su despacho, que está
lejos de ser ostentoso pese a la leyenda del periodismo que es, tiene vistas a
la Gran Vía de Madrid, dos sofás, un escritorio y un par de estanterías con
libros. Iñaki Gabilondo (San Sebastián, 1942) dejó hace más de
una década los influyentes micrófonos de 'Hoy
por hoy', en los que vivió el nacimiento de una nueva España tras el
franquismo. Tras su paso por Cuatro y por la difunta CNN+, ahora realiza un
videoblog diario (y a toma única, sin ensayos) sobre temas de actualidad en la SER
y “Cuando ya no esté” (Movistar
Tv), un programa de entrevistas futuristas en el que presta atención especial a
la tecnología y a la ciencia. Apegado al presente, sin nostalgia, aún dispara
contra el aznarismo y
el felipismo, claves en la
historia reciente de España y de sus medios: "Felipe González tenía
que haber pagado su factura por el GAL".
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Iñaki Gabilondo, cumplirá 75 años en octubre |
-¿Qué tal la vida fuera de las
ondas? ¿Menos estrés? ¿Ha conseguido esa vida social y familiar que necesitaba
cuando dejó Hoy por hoy?
-Sí, aunque relativamente. Ahora
tengo unos horarios más parecidos a la gente común, por lo que ya es compatible
con mi mujer y con mi vida. Ya podemos hacer vida social. Sigo teniendo mucha
actividad, viajo mucho. Los horarios anormales son los que complican
completamente la vida porque obligan a tus amigos y a tu familia a unos
sacrificios. Fueron muchos años viviendo de una forma un tanto anómala, no
pudiendo salir de noche y teniendo que acostarme temprano. Ahora me sigo
levantando muy temprano, pero hablamos de las 6.30 de la mañana.
-¿No echa de menos estar ahí
abajo, donde está ahora Pepa
Bueno, con el pulso de la actualidad?
-No. Cuando te vas haciendo
mayor, vas despidiéndote de cosas. La vida te va desplazando y, por tanto, vas
entendiendo que ese es el proceso natural de hacerte mayor. Puedo sentir que ya
no estoy en esa posición, como en otras muchas cosas de la vida también
descubres que te vas quedando más desplazado. Pero no hay nostalgia, sino que
entiendes que los relevos vienen, que les toca a los demás hacer. Entonces, tú
vas despidiéndote progresivamente de las cosas. Pero no con dolor, sino con
lucidez. Yo siempre he creído que eso es normal. Por otro lado, si mañana me
preguntaran si quiero volver a hacerlo, diría que no; eso para empezar.
-Es curioso que no sienta
nostalgia ni mire hacia atrás pese a haber estado veinte años a los mandos de
ese programa.
-Es que un programa de radio es
un presente continuo, es lo más parecido a las nuevas tecnologías. Eso sí que
es un fluido constante, un día distinto cada día, que no se parece ni al
anterior ni al siguiente. Entonces, estoy viviendo como cuando hacía “Hoy por hoy”. Estoy viviendo hoy. Mi hoy,
como entonces vivía mi particular hoy. Porque no se parece mucho la vida que se
hace con un reloj delante a la vida que se hace sin un reloj delante. Cuando tú
haces un trabajo diario, en directo, pasando el reloj en horas, minutos y
segundos, marcando claramente que hoy es miércoles y no martes, 27 y no 4…
Tienes una consciencia del tiempo real muy grande. Yo tengo una gran
consciencia del tiempo real. Siempre sé exactamente que estoy viviendo un día,
que no es el anterior ni el siguiente, y que se pasa. Y eso me ayuda a
mantenerme en un estado que no es distinto a lo que era antes.
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Un magnífico reportaje de Christian González |
-De pequeño soñaba con la
radio y quería vivir en ella.
-Para eso hace falta explicar que
es que entonces no había televisión. A la gente le parece imposible imaginar un
mundo sin televisión, pero es que hasta que yo fui a la universidad, no
existía. Por tanto, cuando yo tenía trece o catorce años, el mundo en el que
quería vivir era la radio, que era el único territorio para la fantasía.
Además, es que vivíamos en la dictadura. Por tanto, la única ventana al
Technicolor del mundo de una vida en blanco y negro era la radio, en la que
había canciones, conectabas con sitios e ibas a lugares. Entonces, yo no quería
vivir donde lo hacía, sino allí.
-¿Qué se imaginaba haciendo?
-Nada especial. Me imaginaba
viviendo en un territorio que, para mí, estaba muy coloreado de vida, de
relatos e historias. Para mí, el periodismo fue una deducción más intelectual,
con diecisiete años, por vivir al lado de Francia. Por entonces, la radio en
España no tenía información, sino concursos y variedades, mientras que la
francesa sí tenía información. Entonces, amplié mi ansia de vivir en ese lugar.
-Por las normas que imponía la
dictadura, no pudo hacer información radiofónica hasta mucho después de acabar
la carrera.
-Sí. De hecho, cuando me
preguntan por los cuarenta años de las primeras elecciones generales, que se
cumplen ahora, a la gente le llama mucho la atención cuando yo le digo que
entonces en la Ser no teníamos permiso para dar información hasta octubre de
ese año. Eso es una prueba de cómo la realidad que operaba estaba desbordando a
la norma franquista. Por tanto, no se podía hacer información, pero ya íbamos
buscando el hueco. Por ejemplo, existía “Matinal SER”, que no era un programa de noticias,
pero ya estábamos ahí. En el 72 nació “Hora 25”, cuando no se podía dar
información, pero era un programa de cuestiones actuales. Íbamos ya jugando a
empujar, como se hacía en toda España.
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¡Cincuenta años ejerciendo el periodismo! |
-Cuando en 1986 comienza “Hoy por Hoy”, lo hace con el
encargo de vencer a Luis del Olmo, que entonces estaba en la Cope con Protagonistas.
-Sí, porque entonces la Cadena SER
no tenía una cadena por la mañana. Luis se paseaba; era la radio. Y, además, él había
tenido la gran puntería de colocar temas de actualidad en la radio por la
mañana, que tradicionalmente había sido de concursos y premios. Se había hecho
el amo absoluto. Pero no es que estuviera ganando a los demás; es que no
estábamos compareciendo en esa batalla. A mí me dieron el encargo de dar la
batalla y de marcar una alternativa.
-¿Cómo se plantea ese
objetivo?
-Yo creía en la modernidad de la
radio y en los temas del momento. Estaba encantado de meterme en ese jaleo, de
pelear para hacer el mejor programa de radio que pudiera. Me metí en alma, vida
y corazón. Luis me parecía un transatlántico, estaba lejos. Pero nosotros
éramos la Ser, no una emisora parroquial; teníamos poderío. Tampoco se vivían
entonces los temas del EGM como ahora. El EGM nació para que la publicidad
tuviera una pista. Sólo años después comenzó a utilizarse como una prueba de
que somos maravillosos. Antes, cuando llegaba el EGM, no se difundía; se
trabajaba. Yo no salí tanto a ganarle a Luis del Olmo, sino a que
la Ser compareciera en el mercado. Luego, al cabo de muy poco tiempo, comenzó a
verse como una gran carrera: “Gana Luis”, “Se acerca Iñaki”, “Le coge”, “Le
pasa”… Yo bastante tenía con hacer una piara de horas todas las mañanas como
para andarme preocupando por eso.
-¿Cómo convirtió a “Hoy por Hoy” en la referencia que fue?
-Luis del Olmo hacía un programa
que era como el gran espectáculo de la radio: “Vengan ustedes, siéntense, que yo les voy a ofrecer el gran
espectáculo de la radio, con todas las posibilidades, los artistas, los
personajes, lo que pasa”. Yo me lo planteaba así: “Vamos a pasar juntos la mañana, a vivir juntos este día que no va a
volver con todas las grandes novedades e interrogantes que se están
produciendo”. No tanto como hacer un gran show, sino hacer un territorio en
el que miráramos todos los rincones de la vida y tratáramos de entenderla con
una mirada clara y progresista, en el sentido de mirar hacia delante
apuntándonos a lo que constituía avanzar desde el punto de vista social y de
costumbres. Creo que eso nos definió pronto. Hicimos nuestras las causas porque
creíamos en eso: la música, los libros, los derechos de la mujer, de los
homosexuales o de la naturaleza.
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A pesar de su edad, continúa su actividad como periodista, agradeciendo "porque me siguen llamando" |
-Fueron, de alguna manera, la
voz radiofónica de esa nueva España.
-Bueno, en cierto sentido. Yo
tenía para mí una única referencia que me orientaba mucho: ¿qué es lo que es
justo? Al programa solía venir Zerolo y un día tuve una conversación muy
reveladora. Llama una mujer en antena y dice:
“Oye, Iñaki, pasa una cosa. Claro, es que usted es muy moderno, porque yo me he
educado en la hostilidad hacia la homosexualidad, me he criado en esa España. A
mí me han enseñado que eso está fatal. Y ahora usted, de repente, se pone así.
Usted es mucho más moderno que yo”. Entonces, yo le digo: “Señora, a mí me han educado igual que a
usted, y seguro que yo soy mucho más mayor. ¿En qué mundo se cree que me han
educado a mí? ¿Se cree que a mí no me produce sorpresa la nueva realidad? Me
produce el mismo efecto. Lo que pasa es que yo lo apoyo porque es justo. Si
tengo que esperar a que a mí me parezca normal, me moriré sin que sea así
porque me han criado en que no me parezca normal. Pero usted y yo tenemos que
actuar apoyando las cosas porque son justas, no porque nos parezcan bien o
mal”. Eso orientó mucho nuestra línea de actuación, me dio mucha luz.
Tratamos de colocarnos en la postura más aportadora, en la de ayudarnos a vivir
juntos esta vida.
-¿Cómo vivía desde dentro la
guerra de la radio con Luis del Olmo, Antonio Herrero, Luis Herrero, Losantos y
García?
-Yo nunca he sido muy competitivo
en ese sentido. A veces incluso se han enfadado conmigo en mi empresa porque yo
decía que era mucho más competitivo por responsabilidad que por instinto
personal. Yo disfrutaba muchísimo haciendo mi programa, aunque luego sabía que
tenía importancia que lo hiciéramos bien porque era un programa importante y la
SER se jugaba mucho. A mí, Luis me contaba que, para él, era vivir o morir. Y
para mí, no. Al final, tenía que acabar diciéndole a mi empresa: “Oye, no os creáis que no me importa. Que soy
solidario”. Pero en el fondo de mi corazón, no me importaba tanto. Nunca he tenido el gen competitivo
muy alto, aunque lo he debido de tener bastante alto porque he estado toda mi
vida compitiendo.
-En aquella época, desde
Antena 3 Radio y después en la Cope, los Herrero, Losantos y García daban mucha
leña a Prisa.
-Siempre. Yo he sido un hombre que
ha tenido muchos reconocimientos, seguramente muchos de los cuales no me
merecía Y luego, sin embargo, me han dado reconocimientos que sí me merecía.
Por ejemplo, yo era el único de los que trabajábamos a primer nivel en la radio
que no tenía ningún mérito de lo que hacía. Luis del Olmo y Antonio Herrero
tenían muchísimo mérito, pero yo no, porque, por lo visto, yo no competía con
nadie, me lo habían regalado, era el imperio y tal… Yo estaba compitiendo como
un león, trabajando como una mula, llevando una vida trapense, pero, por lo que
se ve, así como a todos mis compañeros les aplauden el esfuerzo, a mí me lo han
regalado todo. Pero ha sido un elemento que siempre me ha acompañado toda la
vida, en todos los capítulos. Se suponía que lo que yo decía me lo dictaban Polanco y
Felipe [González] y me daban un documento por la mañana con lo que yo tenía que
decir. Se suponía que no tenía mérito porque nos regalaban todo. Y a mí todo
eso me parecía una gilipollez, una bobada.
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La mano, en primer plano |
A mí no me ha llamado nunca,
nunca, nunca, nunca, nunca Polanco. Y nunca, nunca, nunca Juan Luis [Cebrián]
para decirme nada. Parecía que siempre me mandaban, así que, bueno, renuncio a
ser creído. Pero tengo millones de testigos que han trabajado conmigo. Luego
también estaba lo de los postes. Yo siempre preguntaba: “¿Cuál es la única
emisora que se oye de Irún a Algeciras? RNE. ¿Y por qué va la cuarta si es un
tema de postes?”. Habrá más cosas que importan. García también lo decía. Y se
pasó a otra radio y llegó un momento en que empezó a tener más postes y él no
iba teniendo más oyentes, porque iba declinando su figura. Pero como estaban
librando unas guerras monumentales, nuestra pequeña vida formaba parte de
ellas.
-Losantos siempre le ha
atizado especialmente. Incluso habiendo dejado la primera línea de la radio y
de los medios.
Sí, pero Federico se delató él
solo con una entrevista con El Loco de la Colina. Yo a Federico le aprecio
mucho, de verdad, es muy interesante. Lo único que no me gusta de él es que
para defender una idea tiene que ridiculizar a quien no piensa como él. A mí me
llama un día El Loco de la Colina, que había entrevistado a Federico en la
televisión y me cuenta que Losantos le dijo: “Cuando llegué a
la radio, miré quién era el líder y dije: A por él. El objetivo era meterme con Iñaki, que se metiera él
conmigo y que creáramos una especie de guerra pública, que Luis del Olmo y los
demás fueran desapareciendo y que quedáramos los dos en esa especie de batalla.
Me tiré mucho tiempo metiéndome con él y el tío no me entraba. Hasta que un día
me entró y dije: Coño, ¡ya he
ganado!”. Me mandó la cinta de la entrevista y la tengo. Eso no excluye
los otros elementos de discrepancia que pueda él tener conmigo y por los que me
quiera pegar. Pero, además de eso, había una manifiesta intención táctica.
Bueno, pues ya está, ¡qué le vamos a hacer!