Reflexión ante el cambio de Gobierno, surgido de la Moción
de Censura y su papel ante los medios de comunicación públicos
Los retos del nuevo ejecutivo de Pedro Sánchez: gobernar o resistir
- El nuevo ejecutivo debe facilitar la conversión de RTVE en un medio independiente del poder político de turno
- RNE debe recuperar el liderazgo español en el desarrollo de la radio digital terrestre
Hay diecisiete años de diferencia
entre Pedro Sánchez y Mariano Rajoy. El nuevo presidente pertenece
a la generación de “Un globo, dos globos,
tres globos”, un popular programa infantil de TVE de los 70, cuando solo había “una (televisión), grande y libre”. Sánchez tenía tres
años cuando murió el general Franco y se abrió hueco la incipiente democracia
española. Su uso de razón no recuerda a Franco, no lo vivió en primera persona.
El salto generacional que se ha producido en Moncloa es enorme. El secretario
general del PSOE es coetáneo de la reina
Letizia y coincidió con ella en el Instituto Ramiro de Maeztu, de Madrid.
No solo cambian las fichas. También se rejuvenecen.
La primera felicitación que
recibió Pedro Sánchez fue la del ya expresidente del Gobierno, del Partido
Popular, Mariano Rajoy, pero el saludo fue -por la imagen que acompaña a este
post- agridulce. Ni el propio Sánchez, cuando promovió la moción de censura,
imaginaba que iba a contar con los apoyos necesarios para desbancar, democráticamente
(es un mecanismo reconocido en la Constitución) al Gobierno popular. La primera reacción/sorpresa que recibió es que la medida prosperó, y logró expulsar del
ejecutivo al actual gobierno. La segunda, cuando se vea solo, en Moncloa, ante
lo que se le viene encima, será el vértigo. No me cabe la menor duda. Pero la
permanencia del Partido Popular en el Gobierno iba a degenerar, tarde o
temprano, en una debilidad manifiesta, no solo por el caso Gürtel, ya con sentencia pública conocida (aunque no firme), sino por todos los procesos
abiertos cuyos fallos judiciales vamos a ir conociendo poco a poco, y que
hubieran asediado hasta el límite una labor de gobierno que requiere de
autoridad moral para exigir deberes y compromisos (no solo económicos) a los
ciudadanos, que algunos miembros -muchos- del PP habían traicionado.
No parte muy bien colocada Pepa Bueno en el nuevo organigrama de la SER, si ésta pretende rebajar tensiones pasadas con el hoy presidente del Gobierno
La imprescindible regeneración
democrática del PP va a dejar, por el camino, intuyo, muchos cadáveres,
miembros destacados de la dirección, vinculados, directa o indirectamente, con
los encausados. Mientras tanto, a Moncloa ha llegado un nuevo inquilino, que
representa a otra generación diferente. Es
el primer presidente democrático, el séptimo en la sucesión, que posee la máxima titulación
académica -doctor en Economía y Empresa,
por la Universidad Camilo José Cela, de Madrid- y el primero que habla, con
fluidez, francés e inglés, este último idioma una asignatura pendiente de los
seis presidentes que le precedieron. Seguro que su llegada a Moncloa provocará
investigaciones en torno a la autenticidad de sus estudios, licenciatura,
doctorado, etc. Cristina Cifuentes
está muy cerca en el recuerdo.
Mientras el PP recorra su vía crucis
judicial de los próximos meses, Pedro Sánchez tendrá el más que complicado
compromiso de gobernar o resistir, o gobernar resistiendo, o incluso resistir
gobernando, que en todo hay matices. Se rodeará de un Gobierno de fieles, y
tendrá que aplicar unos Presupuestos Generales del Estado que no comparte, pero
que le facilitaron el voto de los nacionalistas vascos, los últimos en decidir
su trascendental apoyo a la moción de censura socialista, y que no estaban
dispuestos a perder las prerrogativas logradas con Rajoy, uno de sus mejores
interlocutores en la presidencia de la democracia.
Por primera vez en la historia de
la democracia, una de las razones que construyeron la moción de censura socialista
fue la situación en la Corporación RTVE, y las denuncias de manipulación
aireadas por la mayoría de sus trabajadores a través de su iniciativa de los “viernes negros”. "La
manipulación, señor Rajoy, también es corrupción", afirmó, rotundo, Sánchez en uno de sus turnos
de palabra, en el Congreso de los Diputados, para justificar su moción de censura.
Y añadió, refiriéndose a la manipulación: "en
un medio público representa una amenaza que nuestra democracia no puede
tolerar. Y por ellas, por las mujeres que se visten de negro en defensa de
la libertad, también presenta el grupo parlamentario socialista esta moción de
censura".
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El expresidente del Gobierno, Mariano Rajoy, en una de las mejores imágenes recogidas en el debate sobre la moción de censura, obra de Dani Gago |
Pero no nos engañemos. No parece, al menos ahora, en caliente, el mejor
momento político para sumar al PP a una iniciativa de consenso en ningún
frente, y menos en los medios de comunicación públicos, donde mucho me temo -y
ojalá me equivoque- que el cariz que va a tomar la inspiración de TVE y RNE va a ser, justo, el contrario al emanado
desde el control popular. Al menos, durante una época (y, precisamente, Sánchez
lo que no tiene es tiempo), hasta que las aguas se calmen y haya lugar para el
consenso, y no la claudicación del partido mayoritario, no lo olvidemos, en ambas
Cámaras legislativas.
No hay que hacer mucho esfuerzo para recordar que Sánchez siempre tuvo enfrente a una Prisa que defendía a Susana Díaz, y se lo ponía muy difícil
La tentación vive en Moncloa. Es fácil, desde fuera, y nuestros políticos
nos lo han demostrado, criticar la manipulación de los medios de comunicación
públicos desde el poder. Ocupar el palacio de la Moncloa implica perdurar y la
tentación de utilizar TVE y RNE como un instrumento
político del poder, creyendo que los ciudadanos españoles somos estúpidos, con
la formación y el sentido crítico que hoy, por fortuna, ya posee el país, es un
error de estrategia. Más, todavía, cuando existen nuevos y alternativos canales
como las redes sociales para denunciar la manipulación del poder, desde un
órgano representativo de los periodistas de los medios de comunicación públicos,
apolítico, como es el Consejo de Informativos. Otra cosa son los sindicatos y
el poder, tal vez desmedido, con que cuentan en la Corporación.
No obstante, fue un presidente socialista, José Luis Rodríguez
Zapatero, quien nos demostró que era posible situar al frente de la Corporación
RTVE a un presidente (Luis Fernández) que impulsara un criterio
únicamente profesional en TVE y RNE. Un
equipo que contó con el apoyo por consenso de las principales fuerzas
políticas, y que demostró, y propició, que los medios de comunicación públicos
ofrecieran una imagen independiente, que logró que la audiencia se acercara de
nuevo a su televisión y radio públicas. Esto es lo que hay que recuperar de
nuevo. Ojalá.
Pedro Sánchez va a tener enfrente a todos los medios de la derecha que
van a tratar de torpedear su gestión. Pero, por fortuna, la situación en el grupo
más potente, todavía, PRISA, ha cambiado. No
hay que hacer mucho esfuerzo para recordar el incendiario editorial que le
dedicó El País a Sánchez en 2016, a propósito de su intento de buscar un Gobierno
alternativo a Rajoy, apoyado en la izquierda, ya entonces, y que tituló “La deriva de Sánchez”, uno de los más
duros escritos por este rotativo. “Disparatado camino",
“hoja de ruta poco responsable"…
fueron algunas de las lindezas que el diario, entonces con Juan Luis Cebrián
a la cabeza, le dedicó, sin escatimar calificativos, tomando una posición
clarísima al lado de algunos de los dirigentes del propio Partido Socialista,
que ejercían la oposición a Sánchez en público.
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Pedro Sánchez invitado en "Las Mañanas de RNE", dirigidas por Alfredo Menéndez |
No nos engañemos. No parece el mejor momento para sumar al PP a una iniciativa de consenso en ningún frente, y menos en los medios de comunicación públicos
Tan evidente fue el posicionamiento de PRISA
contra Pedro Sánchez, que un barón del PSOE, tan poco sospechoso como Josep
Borrell, con un papel tan destacado como aplaudido en la crisis
secesionista catalana, llegó a decir: “Prisa
no puede cesar al secretario general del PSOE”, en alusión al posicionamiento
del, otro tiempo, grupo de comunicación español más progresista, y simpatizante
del partido socialista. Borrell, reconocía, “me da pena" el "comportamiento"
del periódico 'El País” y, por extensión,
del Grupo Prisa.
Está claro que habrá que tender nuevos puentes entre PRISA y el nuevo
presidente Pedro Sánchez, y que el camino está (muy) allanado por la salida de
Cebrián de la presidencia ejecutiva.
Desconozco si Sánchez entiende que gobernar es hacer amigos o, por el
contrario, hay que ser honesto consigo mismo y gobernar para la mayoría, aunque
las decisiones afecten negativamente a algunos importantes actores del
escenario nacional. Me refiero con esta frase a lo que, creo, debería ocurrir
en la nueva RNE surgida del consenso: la
apuesta por la modernización de la radio, por la llegada -sumándose así a la
tendencia europea- de
la DAB, absolutamente paralizada por el Gobierno del Partido Popular, tal y
como se vio hace unas semanas en el Senado. España es un país ausente en
los foros internacionales que trabajan por la implementación de la radio
digital terrestre (UER, WorlDAB), por
mucho que el Secretario de Estado para la
Sociedad de la Información y la Agenda Digital, José María Lasalle,
diga lo contrario.
En Europa son las radios públicas las que están liderando, con el apoyo decidido
de sus respectivos gobiernos, la extensión de la DAB, y su evolución, la DAB+.
Y, es cierto, los radioperadores privados aportan su reticencia por el cambio.
Pero la decisión, y los planes políticos, están decididos. Y hay que sumarse al
carro, poco a poco. Pero no desde el bloqueo interesado, como ha ocurrido en
España en los últimos años. También es cierto que fue el PP, precisamente, a
finales de los 90, el que complicó la vida a la industria radiofónica por esta
digitalización, y le obligó a tirar mucho dinero a la basura, en una operación que aún hoy
se recuerda, porque sigue costando miles de euros ¡para que nadie la escuche!
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No han sido fáciles las visitas de Pedro Sánchez a la SER |
RNE debe recuperar la iniciativa en
la implementación de la DAB y sumarse a cuantos foros internacionales planeen
la puesta en marcha de esta norma de digitalización radiofónica, de acuerdo con
una mejora y una actualización del Plan Técnico Nacional de
la Radiodifusión Sonora Digital Terrestre; aunque para ello el nuevo
Gobierno de Pedro Sánchez deba, de nuevo, enfrentarse con la inacción de la
industria radiofónica privada española, que no ve claro el proceso, y que
inevitablemente recuerda el desgraciado histórico de una España pionera en la DAB, que fracasó por la política.
El nuevo ejecutivo debería reavivar la llama de la digitalización radiofónica terrestre (la DAB), que se ocupó de apagar el Gobierno del PP
No parece, sin embargo, que la DAB, que no se ha incluido entre las
prioridades de la Agenda Digital española, y que por tanto no ocupa en los Presupuestos Generales del Estado el
papel que le corresponde, en la asignación a la Corporación RTVE, constituya
una de las preocupaciones del Gobierno de Pedro Sánchez que, de entrada, ante
la falta de apoyos parlamentarios con que cuenta, se enfrenta a un apodo que a sus enemigos políticos les encantaría dedicarle: “Pedro el breve”.
Con que se sentaran las bases de una Corporación RTVE realmente
independiente del poder, y que volviera a demostrarse que TVE y RNE se mueven por criterios únicamente
profesionales, sin comisarios políticos que velen por los principios ideológicos
de sus amos, ya sería un gran triunfo, que celebraríamos todos los ciudadanos.
Que RNE, después, en ese nuevo contexto,
recupere su papel en los foros internacionales y se posicione a favor de la
DAB, no es cuestión de mucho más dinero, al menos no en los comienzos. Se trata
más de voluntad, que de presupuesto. Pero se tienen que dar -facilitar- las
circunstancias.
La tentación vive en la Moncloa. Es la tentación de perdurar en el poder, en
lugar de llegar a él para
convocar elecciones, tal y como pedían los barones del PSOE, como Felipe González
y Alfonso
Guerra, además de
otras voces del partido socialista. Es humano pensar en la
renovación a través de las urnas. Pero el PSOE también es consciente de que lo que
se le avecina en los próximos meses puede ser su oportunidad de crecimiento
electoral o, por el contrario, su definitivo hundimiento, en beneficio de Ciudadanos, la marca que ahora parece situarse
mejor entre las preferencias electorales de los españoles. La libertad, una
vez más, está en juego. Y la manipulación tiene muchas caras…