Álex Fidalgo: “Soy un loco de las entrevistas, es obsesivo"
- Invitar a un entrevistador de la talla profesional de Carlos Alsina, para que te entreviste por tu programa número 500. Este es el planteamiento de esta entrega ‘tan redonda’: 500 programas sin parar de preguntar, enfocado en extraer de cada invitado su conocimiento más destacado sobre los temas que domina, pero sin esconder su propia personalidad, que aporta un sello diferenciado a la charla
 - Álex Fidalgo sabe preguntar, pero hay que dejarse embaucar por su verbo. Quienes aceptan la invitación de participar en “Lo que Tú Digas” “tienen que querer jugar conmigo”, le confiesa a Alsina en la conversación. En realidad, se descubre: todo es un juego...
 
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| Carlos Alsina y Álex Fidalgo, frente a frente, en la entrega 500 del pódcast "Lo que Tú Digas" (Capturas del video LQTD de Álex Fidalgo) | 
Álex Fidalgo confiesa que hubo un momento en que tomó una decisión casi ‘suicida’: abandonar la plataforma que le había fichado, “y en la que cobraba muy bien”, reconoce. Pero en la que no estaba a gusto, porque, al exigirle exclusividad, había perdido a cientos de otros oyentes que no tenían acceso a ella. “Y me sentía mal, me tenía que ir, no podía hacer otra cosa. Para mí siempre fue lo principal llegar a cuanta más gente sea posible”, revela. Reconoce ante Alsina que aquella fue una decisión “kamikaze, porque yo me iba de ganar muy bien, ya entonces vivía en Madrid, a la nada más absoluta”
Un programa de radio para Fidalgo
“Si te dieran una hora de radio, ¿qué harías?”, le
pregunta en un momento dado Alsina a Fidalgo. La pregunta era el colofón a una
conversación previa en la que el periodista de Onda Cero recordaba que el fin
original del pódcast “Lo que Tú Digas” era que alguien de la radio se fijara
en el trabajo de Álex Fidalgo, y le contratara. El tiempo ha pasado y esto no
ha ocurrido. “Tú también podrías haberte fijado en mí y haberme fichado,
no te quites de en medio”, le recrimina, entre bromas y veras, el
gallego al madrileño. Y Alsina no le sigue el juego y cambia de tercio: “¿has
perdido ya esa esperanza de que alguien de la radio te contrate?”,
contraataca. “¡Para nada!”, le contesta el gallego. “Si te dieran una
hora de radio...”.
Son dos horas deliciosas de conversación en la que se abordan
muchos temas relacionados con la radio, ¡cómo no! y el pódcast. “Yo hacía un
programa en Onda Cero, por las tardes, que se llamaba ‘La mirilla’ y cuando
terminaba me quedaba a ver cómo hacías ‘La Brújula’”, le confiesa Fidalgo a
Alsina. “Yo creo que eso tiene mucho que ver con la vocación”,
reflexiona el periodista madrileño. “Una vocación que aflora, en nuestro
caso, más del lado de la radio que del periodismo”. No es algo nuevo que le
hayamos escuchado a Alsina, cuando rememora sus orígenes profesionales. “Yo
empecé haciendo información en radio, porque era la forma más habitual de
entrar en el medio. Pero mi objetivo era entrar en la radio, el destino me daba
igual”. 
Alsina, entrevistador resignado...
“Deberías estar sirviéndome agua”, le espeta Fidalgo
a Alsina en un momento dato. “Ah sí, se me olvida que soy el entrevistador”,
responde con sorna. La situación que ha querido crear el gallego, invitando al
madrileño, es sorprender a sus oyentes y seguidores habituales, invirtiendo el orden
de los factores, incluso el lugar que ocupan en la mesa los contertulios,
porque Alsina ocupa el lugar habitual de Fidalgo en “Lo que Tú digas”. El
emplazamiento determina el rol de los participantes en la conversación. 
Álex Fidalgo confiesa que hubo un momento en que tomó una
decisión casi ‘suicida’: abandonar la plataforma que le había fichado, “y en
la que cobraba muy bien”, reconoce. Pero en la que no estaba a gusto,
porque, al exigirle exclusividad, había perdido a cientos de otros oyentes que
no tenían acceso a ella. “Y me sentía mal, me tenía que ir, no podía hacer
otra cosa. Para mí siempre fue lo principal llegar a cuanta más gente sea posible”,
revela. Reconoce ante Alsina que aquella fue una decisión “kamikaze, porque
yo me iba de ganar muy bien, ya entonces vivía en Madrid, a la nada más
absoluta”.
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| Fidalgo respondiendo a Alsina | 
“¿Tú programa cuánto dura?”, le pregunta Alsina a Fidalgo en un momento dado. “Lo que tú quieras”, le responde el gallego, "tú eres el entrevistador que quieres que tu invitado te responda, y parece que me quieres echar", comenta entre risas. En el momento en que lo pregunta llevan una hora y media de charla. Pero no solo eso. Álex tiene ganas de ir al W.C. e interrumpen la conversación, que se reanuda inmediatamente tras el corte ‘técnico’. “¿Dónde estábamos?”, pregunta un Alsina desorientado por la interrupción. “Estábamos hablando del humor, de lo difícil que es hacerlo en la radio, y lo poco valorado que está. Tal vez estamos siendo demasiado radiofónicos”, comenta el gallego. Tampoco importa. En realidad, podría haberle preguntado Alsina: ¿por qué haces pódcast cuando en realidad estás haciendo radio?
La comodidad del invitado
“Yo creo que los intereses que tiene mi audiencia son exactamente
los mismos que tengo yo”, defiende Fidalgo, que cita todos aquellos
relacionados con el comportamiento humano, la filosofía, la salud mental o las
historias personales. Y se muestra orgulloso de haber ofrecido algunas
conversaciones impensables, en donde sus invitados se volcaron absolutamente,
desde la sinceridad, hasta parecer que entrevistador y entrevistado fueran
amigos de la infancia. “Con el actor Hovik Keuchkerian” -recuerda
Fidalgo- empecé una conversación en la que él no se sentía cómodo, tal vez
porque había tenido un mal día o estaba cansado, y terminamos siendo dos
colegas”, comenta. Es muy importante crear la atmósfera adecuada y que “el
invitado se sienta cómodo”. 
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| Alsina preguntando a Fidalgo | 
“El que no funciona en este pódcast es el invitado que se cruza de brazos y dice: dispara, y espera que yo pregunte y pregunte. No, tú vienes aquí a ver a un amigo”, le responde Fidalgo a Alsina a propósito de una pregunta de este sobre si tiene ‘listas negras’ de invitados que no le han funcionado. “Ahora me preocupo más del invitado que viene, porque aquí han venido personas que no sabían a lo que venían, y yo creo que es fundamental que quieran venir a jugar conmigo”. Y Fidalgo repasa mentalmente la lista de sus centenares de invitados y las modalidades de entrevista que se encontró, en función de la reacción de estos. “Tampoco me mata que alguno me diga que no, yo no tengo ningún jefe que me diga: ‘pero ¡cómo no me has traído a fulano o a zutano’’. Y Alsina, hábil, al quite, le recuerda que ya se ha acostumbrado a no tener jefes “para bien, y para mal, en tu caso para bien”, defiende.
Fidalgo, un enfermo de las entrevistas
“Yo soy un auténtico loco de las entrevistas, es una obsesión”, termina confesándole Fidalgo a Alsina al final de la conversación, y aporta una serie de nombres de grandes entrevistadores, nacionales e internacionales, que sigue para aprender a ser mejor entrevistador. De ahí también la estrategia de “Lo que Tú Digas”, que es un slowpodcast, en el que la conversación tiene que fluir desde un tono pausado y sereno. “Mi tono me lo he trabajado”, comenta, ante un Alsina sorprendido de la profundidad y determinación de su interlocutor. “Para mí, Alsina, que estés aquí es un premio”, termina Fidalgo la conversación. “Enhorabuena”, le contesta el periodista madrileño, que no deja de pensar que, en el fondo, el pódcast es... radio.
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