RNE, su onda media y el servicio público
- Estaba cantado, los tiempos avanzan y los canales envejecen. De hecho, la cuña de autopromoción de RNE, de momento la única fuente de información sobre las intenciones de la Corporación RTVE, habla del progreso y de la necesidad de mirar hacia adelante para enfrentarse a nuevas realidades, como la Radio Digital Terrestre, en su estándar DAB+, que es, ahora mismo, la gran misión de la radio pública, como ocurrió en los años 60 del siglo pasado con la FM. Fue RNE la que introdujo la FM en España, con las emisoras comerciales mirando de reojo la operación, porque vivían muy cómodas en las ondas medias. ¿Para qué cambiar? se preguntaban. Eran otros tiempos
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| Centro emisor de RTVE de La Muela, en Zaragoza (Fotografía Cellnex) |
¿Qué ocurre con los oyentes que puedan sentirse perjudicados, aquellos que no logren sustituir el canal de OM por otro alternativo, porque vivan en zonas de sombra provocadas por la orografía, donde no exista ni la alternativa de la FM, ni tampoco la alternativa de la radio por internet, dada la insuficiente cobertura de internet de la “España Vaciada”? Los oyentes tienen derecho a comunicarlo a su radio pública. Por tanto, RNE, que debe asegurar la recepción de sus programas a todos los ciudadanos, debería, en primer lugar, establecer un número de teléfono gratuito de consulta e incidencias, para que los oyentes puedan ponerse en contacto y contar su caso particular. En definitiva, para que sean atendidos, igual que ocurre en la Seguridad Social, o en la Administración pública
En los casos de la SER o la COPE, que carecen de esta naturaleza pública,
este aspecto no determina su estrategia ni toma de decisión. Recientemente, el
pasado 15 de octubre la
Cadena SER decidió apagar su potente OM en Madrid (810 OM) y así lo
comunicó previamente. Entre las razones, las mismas que esgrime ahora RNE, de
momento solo a través de la autopromoción emitida en la antena: el avance
tecnológico, la duplicidad y triplicidad de cobertura de algunas zonas, etc. En
el caso de Radio Madrid, al parecer, se sumaban operaciones urbanísticas con
los terrenos en Pozuelo de Alarcón (Madrid), donde se situaba el centro emisor. Nada que objetar si
es así. La Sociedad Española de Radiodifusión es una empresa privada y, como
tal, puede tomar las decisiones que considere oportunas.
Casi 90 euros por oyente/año
RNE no puede actuar de la misma manera. Tiene que reflexionar en torno a la trascendencia de la decisión y estudiar su casuística. Pero los números son los que son. Si estamos hablando de una cifra que supera los seis millones de euros para poder operar la onda media, tal y como informó la propia RTVE en respuesta parlamentaria en 2023, dirigida a Compromís, y que incluía muy posiblemente el coste energético de la red de transmisores, el abono de las correspondientes tasas radioeléctricas al estado, el mantenimiento, el personal adscrito y las amortizaciones, estamos hablando de mucho dinero. Si establecemos una sencilla división entre esos seis millones y los 69.000 oyentes que seguían utilizando este canal, la cifra resultante es lo que le cuesta a la radio pública cada oyente, 87 euros/año. Ciertamente, es muy caro.
Pero hay más razones. El
Gobierno acaba de encomendar a la radio pública que se encargue de liderar el
despliegue e implantación de la Radio Digital Terrestre (RDT) en estándar DAB+
en nuestro país. El proyecto de Real Decreto que así lo consigna establece
una cobertura del 70 por ciento en 2026 y del 85 por ciento en 2027. Y
esto no se hace gratis.
Una decisión meditada, y necesaria
En la balanza de RNE, mantener un canal deficitario, con una audiencia residual, inferior al 1 por ciento sobre el total, seguir manteniendo una tecnología cada vez más obsoleta y con menos recambios cada día y cumplir con las obligaciones comntempladas en el futuro Real Decreto de desplegar la DAB+ por toda España, defendiendo y protegiendo el derecho de los españoles a recibir los contenidos de su radio pública a través de la mejor tecnología y la mejor calidad de sonido, con el compromiso adquirido de enriquecer su oferta actual con nuevas emisoras que completarán los doce canales disponibles en el múltiplex que se le concede en la nueva legislación. Y ha tomado la decisión correcta.
RNE no ha sido la única emisora pública del entorno europeo que ha tomado esta decisión. De hecho, la emisora pública española actúa a rebufo de lo ocurrido en otros países de nuestro entorno que se han visto sumidos en el mismo escenario y han tomado la misma decisión. Corporaciones públicas como Radio France tomaron la decisión de suprimir toda su red de OM en 2016. La italiana RAI, por su parte, apagó su red de OM en 2022. Alemania hace tiempo que no emite por OM. La república Checa o Eslovenia son casos similares. Hay, además, otra circunstancia determinante: los receptores de OM ya no están a la orden del día. La mayoría de los vehículos nuevos vienen sin receptor de OM. Se trata, así lo ven los fabricantes, de una tecnología obsoleta y superada. La obligación expresa de los nuevos vehículos, por Directiva europea, fechada en 2018, es que los coches y autobuses que incorporan radio sean capaces de recibir emisiones de DAB+ (RDT), ni siquiera en FM, porque la legislación siempre marca mínimos y la FM venía de serie en aquella época. El nuevo marco de actuación se está redefiniendo, y la OM está, claramente, fuera.
¿Toda la OM de RNE?
Sin embargo, la OM garantiza una gran cobertura geográfica y llega hasta puntos donde la FM no llega. De hecho, RNE cuenta con seis centros de alta potencia, con una capacidad enorme de llegar a puntos geográficos muy distantes, que son Madrid, Barcelona, Sevilla, Murcia, La Coruña y Tenerife. Puede que en la Casa de la Radio hubiese algunas dudas. Incluso podemos llegar a imaginar posturas que defendían el apagado de la mayoría de OM, pero manteniendo los centros de alta potencia, y los que defendían el apagado de todas, sin esperar a que la situación de la OM se degrade más, por el lado de la audiencia o el de los receptores. Finalmente, RNE anuncia el apagado de “La OM”. Y si se anuncia así, se entiende que es de toda la red.
Pero, ¿qué pasa con los oyentes que puedan sentirse perjudicados? La SER, para apagar la onda media de Radio Madrid puso en marcha un teléfono de consulta y un call center donde se informaba a los oyentes de más edad qué tenían que hacer para cambiar sus receptores de OM a FM y seguir escuchando los programas e informativos de la radio de PRISA. Hubo una transición tranquila en la que se informó debidamente a los oyentes. Con respeto y dedicación a ellos. No parece el caso de RNE, al menos en los comienzos, en que ha preferido contarlo, muy abreviadamente (45 segundos de autopromo) a través de la antena, que a través de una información completa y bien difundida de la decisión.
Los números son los que son. Si estamos hablando de una cifra cercana a los 6 millones de euros para delimitar el coste energético de la red de transmisores de OM de la radio pública, del abono de las correspondientes tasas radioeléctricas al estado, del mantenimiento, del personal o de las amortizaciones, estamos hablando de mucho dinero. Si establecemos una sencilla división entre esos 6 millones y los 69.000 oyentes que seguían utilizando este canal, la cifra resultante es lo que le cuesta a la radio pública cada oyente de OM: 87 euros/año. Y se necesita dinero para el despliegue de la DAB+
Un teléfono gratuito de contacto para afectados
Puede, efectivamente, que haya oyentes perjudicados. En el peor de los casos, de aquellos que no logren sustituir el canal de OM por otro alternativo, con la suficiente calidad de emisión. Me refiero a zonas de sombra provocadas por la orografía, por ejemplo, de manera que no exista en estos puntos la alternativa de la FM, y tampoco la alternativa de la radio por internet, dada la insuficiente cobertura de internet de la “España Vaciada”. ¿Qué hacer, en estos casos, si RNE debe proporcionar la máxima cobertura geográfica y social (así, al menos, se mantiene en su encomienda legal) a los ciudadanos? En primer lugar, debería establecer un número de teléfono gratuito de consulta e incidencias, para que los oyentes puedan ponerse en contacto y contar su caso particular. En definitiva, para que sean atendidos, igual que ocurre en la Seguridad Social, o en la Administración pública.
A partir de la constatación de cada caso y sus circunstancias, RNE deberá ofrecer soluciones: incrementar la potencia de centros emisores de FM cercanos a las zonas de sombra o la puesta en marcha de nuevas emisiones de FM para garantizar la cobertura de las zonas que cubría la OM y ahora no lo hace. La cobertura de internet no depende de la Corporación RTVE, sino de los operadores de telecomunicaciones y las obligaciones de cobertura que les imponen las legislaciones correspondientes aplicables a internet fija y móvil. Pero debe garantizarse el derecho de los ciudadanos españoles a recibir las emisiones, gratuitas y universales, de su radio pública, se apague la OM o la FM, como ocurrirá dentro de unos años. No puede mantenerse, in sécula seculórum, la triplicidad de canales para la difusión de radio en España. Llegará un momento en que quedarán solo la DAB+ e internet.
¿Para final de año?
Confiemos en que, si el comienzo ha sido malo, descoordinado
claramente, RNE corrija su punto de partida y comunique a los ciudadanos
españoles las circunstancias que concurren en esta decisión: si se apagan todos
los centros emisores de OM, cuándo (imaginamos que a fin de año, para evitarse
las tasas radioeléctricas de 2026, que suponen cerca de un millón de euros de
impuestos) y de qué manera los oyentes pueden ponerse en contacto con ellos
para seguir instrucciones en la búsqueda de canales alternativos. La esperanza
es lo último que se pierde.
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DAB+ es una chapuza. Lleva 20 años intentando imponerse y siguen queriendo apagar FM y AM, la única radio que funciona en emergencias, largas distancias y con receptores baratos. DAB+ depende de miles de microtransmisores, su cobertura real falla constantemente, y los multiplex matan la radio local. Modernizar la radio sí, pero DAB+ es la peor forma de hacerlo.
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