La apropiación de lo ajeno (I)

Si de algo va a depender el futuro –o el éxito- de la radio en su adaptación al nuevo escenario que le abre el mundo online será de los contenidos o, mejor dicho, de la calidad, e incluso de la oportunidad, de los contenidos. Los grandes operadores, los denominados tradicionales, se están convirtiendo, algunos sin valorarlo lo suficiente, en productores de contenidos que luego, y ésta es la gran paradoja, ellos no aprovechan.

No puede obviarse que los radiodifusores, salvo que pertenezcan a un ente o consorcio público que les financie, persiguen una rentabilidad por su trabajo que les llega a través de la publicidad. Es decir, la razón última de los operadores privados es ganar dinero. Tal vez no sea políticamente correcto mencionarlo de forma tan cruda, o prosaica; pero la realidad es la que es.

El mundo digital y la resurrección de los contenidos

Hasta hace relativamente poco tiempo, los contenidos morían en la antena, una vez emitidos. Cumplían con esa máxima latina, atribuida al senador romano Cayo Tito, que decía “verba volant, scripta manent” (Las palabras vuelan, los escritos permanecen). Se emitía un programa, un informativo, y nadie más podía volver a escucharlo. Por tanto, de cara al oyente, aquel contenido había muerto en el mismo momento en que se había emitido.

Las circunstancias han cambiado radicalmente. Los contenidos a los que antes solo podía acceder en una segunda escucha el personal del propio operador, a través del archivo sonoro, ahora pueden reescucharlos a placer, incluso llevárselos (incrustarlos en su página de Facebook o en su blog) y hasta los más manitas, manipularlos. Los nuevos usuarios (antes oyentes) cuentan por tanto con una “segunda, y tercera, y cuarta… así infinitamente… oportunidad”. Los contenidos que antiguamente podían comercializarse una sola vez, ahora pueden repetir su proceso de comercialización a través del streaming o del podcast.

Captura del solicitado canal de Iker Jiménez (SER) en Ivoox

Los podcast, desaprovechados

Y en este tema, @RafaLupion, cofundador de sonidoonline.es, una plataforma digital dedicada profesionalmente al mundo de la radio online, escribía no hace mucho un post que invitaba a la reflexión bajo el título de “Podcast: Audiencia e ingresos para la radio”. Aparte de invitar a los lectores de este blog a leerlo con detenimiento por su interés, lo cierto es que Rafa Lupión trasladaba a sus lectores su sorpresa en torno al escaso valor que, en su opinión, los propios operadores concedían a sus contenidos. E ilustraba su asombro con un ejemplo muy gráfico: el programa ‘Milenio 3’, de Iker Jiménez se escucha más a través de la plataforma Ivoox, que a través de la propia página de la Cadena SER. De hecho, este programa, semana tras semana, es uno de los contenidos de Ivoox más escuchados, y así se puede comprobar en sus estadísticas públicas.

@RafaLupion hace referencia a un estudio de Podtrac-TNS Advertising Effectiveness Studies que “revela con claridad que los anuncios insertados en un podcast son 7 veces más efectivos que los de la televisión convencional. Según este estudio un 69% de los suscriptores a podcasts tiene además una percepción más favorable acerca de las marcas y productos anunciados en éstos”. Como decía en líneas precedentes, las circunstancias están cambiando a un ritmo vertiginoso y algunos, bien asentados en modelos antiguos y en parte superados, no se dan cuenta o, peor, prefieren no darse cuenta y contentarse con el todavía sólido panorama analógico, en FM, que muestra una buena salud –es cierto-, pero observa ya algunos síntomas de cansancio de la audiencia, sobre todo en los perfiles más jóvenes.

Captura de Youtube de una película (completa!) de Shreck

Resulta cuando menos chocante que los propios operadores pierdan la oportunidad de comercializar sus propios contenidos, de una manera efectiva y atractiva y que dejen en manos de terceros la posibilidad de obtener beneficios comercializándolos sin ser suyos. Dicho más ajustadamente: contraviniendo lo que todos hemos conocido como derechos de autor.

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