Ademas, la buena radio modela mejores ciudadanos
Empezaremos por establecer una
tipología, muy somera, de profesionales, basada en su actitud ante el futuro
del oficio. Es cierto que, en esta clasificación, influye la edad del
profesional y el escenario (en tiempo) que tiene por delante. Pero, salvada esta
excepción, que sin duda condiciona, los hay que se
preocupan por el futuro: preguntan, indagan, leen, consultan… no se están
quietos, se cuestionan lo que ocurre y lo que puede ocurrir. Son los
profesionales proactivos. Frente a
éstos, se encuentran los profesionales conformistas,
que creen que la zona de confort (la FM) va a durar ¡toda la vida! (tal vez sí,
la suya…) y prefieren trabajar, y cobrar a fin de mes, sin hacerse muchas
preguntas, no vaya a ser que el capítulo I+D les quite el sueño. Es mucho más
cómodo trabajar en la ignorancia. En este último cajón hay que meter por desgracia,
a muchos directivos de la radio española, a los que el miedo les atenaza, o la
prudencia desmedida.
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Están comprobados los beneficios educativos de la radio en los más jóvenes |
Hace mucho tiempo ya -tal vez
cumplir años sea una de las razones que me mueven a ello- me cuestiono muchas
más realidades que me circundan. Cuestionárselas es, creo, el primer paso, e
imprescindible, para entenderlas mejor. Y no me refiero exclusivamente ahora,
como tal vez podría deducir alguno de mis lectores, al ámbito periodístico,
donde se dan muchas cosas por sabidas, tanto en medios audiovisuales como
escritos. No. Me refiero a cualquier ámbito de la vida, religioso, económico,
social, etc. Y la radio, que ha sido, y es, mi vida, está sufriendo una
incuestionable mutación que no tiene punto de comparación con ningún otro
capítulo de su historia, ni siquiera con la llegada de la FM.
Internet ha ‘provocado’ a la
radio y ésta ha reaccionado, en positivo, creciendo y mejorando. Los malos
augurios en torno a su supervivencia se han descartado. “La radio está más fuerte que nunca”, y es una frase que –no me
negarán- hemos oído en infinidad de veces; igual que otra, similar, pero vista
desde otro prisma, que dice: “la radio
tiene una mala salud de hierro’. Ambas son ciertas. Pero ambas, también,
tienen sus matices. El primero, y más preocupante, es el futuro de los oyentes.
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Fernando Berlín, pionero de la radio online en España, rompió moldes con su arrojo visionario... |
Las Ondas Medias, que se están
apagando, poco a poco, en Europa (la
última ha sido Francia), desaparecen no sólo porque son muy costosas de mantener,
o porque su zona de cobertura está duplicada por la FM. Desaparecen, también,
porque sus oyentes se están muriendo. Y perdón por decirlo tan crudamente. Y
con ellos desaparecen también los receptores (cada vez más escasos en el
mercado) que captan esta banda de frecuencia que, si se apostara por su
digitalización, podría recuperar su fuerza. Pero es cierto que hay otros
caminos para desarrollar la difusión futura de la radio, y no se pueden
mantener todos. Todo cuesta.
La red ha revolucionado no sólo
la radio, sino nuestro propio modus vivendi. Muchos negocios analógicos se
tambalean ante la llegada de internet (la industria de la música, las agencias
de viajes, los supermercados, etc.). Ha modificado también nuestros hábitos, nuestras costumbres…
Nos hemos hecho unos grandes ‘dependientes’ de la red, por sus indudables
ventajas (pero clamorosos inconvenientes también). Y las generaciones más
jóvenes, las que han nacido con internet ya desarrollada (que nos preguntan a
menudo cómo podíamos vivir sin internet), a los que se define como ‘nativos
digitales’, no
han cogido, ni comprarán nunca, un receptor de radio analógica de FM. Me lo
decía, en esta misma web, Javier del
Pino, director de “A Vivir que son
dos días”, en la cadena SER. Y estoy absolutamente de acuerdo. Javier forma
parte de los compañeros que trabajan haciéndose preguntas, cuestionándose la
realidad, y el futuro de esta realidad que se llama radio, que –no lo
olvidemos- posee en España una gran estructura empresarial, pública y privada.
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Javier del Pino es una de las pocas voces que se cuestionan muchos aspectos de la radio tradicional |
Estos jóvenes, que nunca
comprarían un receptor de radio de FM, porque “¡eso es muy viejo, de mis padres!”, se mueven, sin embargo, por
los andurriales digitales de internet. Y les gusta, es curioso, lo mismo que a
nosotros: la música, el deporte, la tecnología, etc. Y hasta es posible que,
buscando esos contenidos en la red, se topen un buen día con un podcast o una radio online
especializada, en esos mismos contenidos que ellos buscan. Y hasta es posible,
sigo, que cliquen y lo escuchen. Y hasta es posible que les guste. Y hasta es
posible, insisto, que decidan suscribirse a él y seguirlo de cerca. Pero, señores, el
futuro de la radio no puede permitirse el lujo de depender de la casualidad.
Tiene auténtica necesidad de supervivencia. Y la radio, sin oyentes, se
moriría. ¡Igual que la Onda Media!
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Es muy importante el
modelo que se traslade
de padres a hijos |
Algunos, por convicciones
profundas, continuamos nuestra particular labor de zapa con nuestros hijos para
extender lo que garantizará su consumo de radio: la creación del hábito. La
radio es una costumbre, consumirla depende de una cultura, de una enseñanza
previa, que nos llega de nuestro entorno más inmediato de influencia, y los
padres lo conforman durante una época determinante en el desarrollo humano,
hasta la llegada de la adolescencia, donde la negación se convierte en su filosofía natural.
Mi experiencia es que me ha dado resultado. Y me considero satisfecho por ello.
Y confío en que, en el futuro, mis hijos sigan siendo (buenos) oyentes de
radio.
Pero el entorno natural de mi
hijo es la red (aunque, por influencia, escuche también la FM). Su tercer brazo –el móvil- es el enganche
con la vida, y la radio, por fortuna, en su caso, ya forma parte de
su vida, y de sus hábitos. ¿Y el resto? ¿Han descubierto las ventajas de la
radio? ¿O sólo han descargado Spotify en su Smartphone y no necesitan nada más?
Me preocupa, y mucho, el futuro de los oyentes de la radio.
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Ya existe Spotify Radio: uno elige la música y el sistema improvisa una radio, gratuita e ilimitada |
Y la industria –tal vez
sustentada en gran parte en esos profesionales que denominaba al comienzo conformistas- parece hacer oídos sordos
(nunca mejor dicho en el caso de la radio) a este tema, vital para la
continuidad del medio. Confían en que los jóvenes, luego maduros, continuarán
acercándose a la radio, con la misma presencia y fuerza que la actual. El marco
ha cambiado. Internet, como escenario, se ha hecho tan fuerte que todo lo que
no forma parte de la red “no mola”. Y
las influencias, también en audio, se han multiplicado. El acceso a la música
es casi universal y gratuito (con el consiguiente perjuicio a los autores…) y
la posibilidad de que cada joven diseñe su
propia programación una realidad.
Se impone, más que nunca, una
campaña de promoción del consumo de la radio, para generar el hábito. Pero no
me refiero a una campaña de medios, que incluya televisión o vallas
publicitarias. Me refiero a redoblar los esfuerzos en Primaria, y en
Secundaria, en nuestro sistema educativo, en fomentar las prácticas y los
ejercicios de radio en los centros educativos. Aprovechémonos de la enorme
simplificación de la tecnología para crear un estudio de radio, lo
suficientemente equipado como para poder realizar programas con indudable
facilidad. Los chavales –lo he comprobado personalmente- se quedan embelesados
cuando oyen una voz surgida de un receptor de radio digital, que habla de
ellos, con sus nombres, de sus vidas. Es un delicioso ejercicio que he
realizado con una simple grabación ‘ad
hoc’. Tuve un éxito fulgurante. Hoy día en los colegios hay concursos de
dibujo, de fotografía, incluso de cortos de video y la radio, una vez más, ha
decidido arrinconarse en el ámbito educativo, tan importante
–tan trascendente- para la radio.
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Ésta podría ser una campaña de consumo de radio: "Yo escucho la radio" |
Pero no sólo debemos fomentar –y
provocar- la costumbre de consumir radio entre los jóvenes, y los futuros
jóvenes, sino también ofrecerles contenidos que les interesen, y les motiven. Y
esto requiere de esfuerzos complementarios. El mundo adulto actual debe
preocuparse del mundo que lo será. Y la radio tiene la obligación, no sólo económica
(de sustento de la industria) sino también moral, de atraer a este sector de la
población, del que, por cierto, también se ocupa el EGM, con desigual suerte. La radio es un medio privilegiado –y es una de sus
grandes ventajas en ese escenario educativo- para desarrollar la formación
personal de los chicos y, por extensión, su integración social. En un titular:
la buena radio modela mejores ciudadanos.
Estamos desperdiciando esta
condición. La industria y las autoridades educativas podrían desarrollar un
convenio que contemplara la utilización de la radio para completar la formación
de nuestros jóvenes, entre otras cuestiones, una que nos lleva de cabeza de
adultos: la capacidad oral, hablar en público, que con los años se hace
imprescindible y nos provoca tantas inseguridades.