Entrevista al crítico cinematográfico en la revista Jot Down
"Decían que Antena 3 era la emisora más erótica, porque comenzaba con El primero de la mañana, de Antonio Herrero, y terminaba con el Polvo de estrellas"
Jot Down. Fran G. Matute. «Sí, buenas
noches, dígame». Así daba entrada Carlos Pumares (Portugalete,
1943) a sus oyentes en el ya míticoPolvo de estrellas, programa de radio
pionero y único gracias al cual muchos nos convertimos en insomnes y de paso en
verdaderos creyentes del séptimo arte. La erudición enciclopédica de Pumares en
aquellos tiempos preinternet resultaba apabullante. Durante muchos años nos
explicó el significado oculto del monolito de 2001: Una odisea en el
espacio, nos hizo disfrutar con las «sinfonías tontas» de Walt Disney y nos
emocionó repasando plano por plano la secuencia final de Centauros del
desierto.
 |
Reportaje fotográfico de Javier Nadales para Jot Down |
Más allá de ese amor por el
cine clásico que siempre desplegó —y que siempre contagió—, su personalidad
como locutor no pasó desapercibida. Desenfadado y antiacadémico, la relación de
Pumares con sus oyentes fue un tanto tortuosa: míticas fueron también las
grescas en antena, los gritos, los cortes de llamada, los insultos.
Tras el inesperado cierre de
Antena 3 Radio, la estrella de Carlos Pumares fue apagándose poco a poco,
despuntando de nuevo en televisión gracias a las Crónicas marcianas de Xavier
Sardá, en un giro de su carrera que no todos supieron encajar.
Pumares nos recibe en su
«oficina» del hotel Eurobuilding. Lo encontramos escribiendo un artículo a
bolígrafo, en una pequeña cuartilla, con letra diminuta, renegando de las
nuevas tecnologías. Tratamos con esta entrevista de profundizar en el hombre de
cine que siempre fue, tratamos también de comprender al histriónico personaje,
si es que acaso uno no fuera el mismo que el otro.
¿Qué ha sido para ti Manuel
Martín Ferrand?
Todo. A mí hay tres personas que
me han influido y que me han cambiado la vida, y son: José Luis Balbín, Manuel
Martín Ferrand y Xavier Sardá. El más grande: Manuel Martín Ferrand.
Balbín me llevó a la televisión y me relacionó con gente y tal; y Sardá me
cambió el registro. Pero Manolo, el más grande. El que lo ha hecho todo por mí.
Lo conocí en una tertulia que teníamos en una cafetería que se llama Las
Bridas, a la que íbamos por la noche. También íbamos a El Comercial, donde
estaba Carmelo Bernaola, Antonio Giménez-Rico… Teníamos
una especie de pandilla allí, y el primero que me llama es José Luis Balbín
para La Clave, como asesor cinematográfico, porque yo ya escribía
en Fotogramas y tenía ya una cierta fama de cine. Y en La
Clave conozco a Rosalía, que es la mujer de Manolo, y
entonces ahí ya empieza la relación. Y por esa tertulia de Las Bridas,
Martín Ferrand me lleva a Hora 15, como crítico de cine. Y entran
las frecuencias moduladas, y él me lleva, y ahí es donde empieza mi etapa en la
radio, que creo que fue en 1982.
 |
Carlos Pumares, el crítico de cine de la radio con mayor personalidad |
¿Qué te parece que se haya
creado una Escuela de Periodismo en su nombre?
Pues me parece muy bien todo lo
que se haga por Manolo. Y Luis Ángel de la Viuda, que es el que lo
organiza, sabe que por Manolo y por él yo hago cualquier cosa. Ya he ido a dar
una charla allí, de hecho.
Polvo de estrellas fue
un programa único en su género. ¿En quién o en qué te inspiraste para
diseñarlo?
En nada. Alfonso Eduardo hacía
algo de cine en Radio Nacional, pero Polvo de estrellas fue un
programa pionero. Me acuerdo de cómo nació; me dijo Manolo: «Oye, ¿tú no
querías hacer un programa de cine?», y le dije: «Sí». «Pues por la noche cuando
termine García. ¿Y tienes algún nombre?», y le dije: «Hay una
canción mubonita que se llama “Stardust”». «¿Y eso qué es?», me
dijo. «Pues “polvo de estrellas”». Y me dijo: «¡Ese, ese! ¡Ese es el
nombre!». Luego decían que Antena 3 era la emisora más erótica, porque
comenzaba con El primero de la mañana, de Antonio Herrero,
y terminaba con el Polvo de estrellas.
¿Qué preferías? ¿Los
especiales o las llamadas?
A mí me gustaban las dos cosas.
Lo que pasó con las llamadas es que había muchos pesados. Teníamos una lista
con ellos, y no los volvíamos a llamar en mucho tiempo. Eran como clientes. Y
yo decía que eso no podía existir: el cliente no puede existir en un programa
de radio. Y los aparcábamos. Yo decía: «A ese dentro de dos meses lo puedes
llamar». Y luego los especiales… Salía a comprar discos, iba a Londres o a
Nueva York. A la emisora iba con una bolsa de El Corte Inglés llena de discos.
Ahora se bajan de internet. Además, esos especiales se hacían en directo, salvo
en agosto, claro, que los grababa. ¿Tú sabes lo que era poner discos de vinilo
en directo, para buscarles justo el punto en el que tenían que sonar? ¿Tú sabes
lo que es editar una cinta con papel celo? Eso lo he vivido yo. Y las escenas
de las películas estaban sacadas de mis vídeos. Del VHS o del Beta. Que yo los
compraba en Londres, y aquello quedaba de cojones.
 |
Carlos Pumares y sus oyentes, una relación amor-odio |
¿Te acuerdas alguna vez de tus
técnicos? ¿De Alberto y Jaime Rull?
¡Hombre! Mis dos grandes amigos. Alberto,
mi primer ayudante, y Jaime, su hermano, el segundo. Dos tíos
maravillosos. Mira, por la noche los técnicos eran los mejores, pero iban
por la noche porque estaban castigados. Hacían algo mal y: «¡A la noche!». Y yo
encantado. Eran los mejores. Es que la radio en directo era fascinante
cuando había muchos cacharros. Aun así, recuerdo la gilipollez de uno que me
enseña un día en una radio una mesa de cincuenta y cuatro canales: «Mira,
Carlos, cincuenta y cuatro canales». Y yo: «Cojonudo. Uno para hablar, y el
otro para la música. ¿Y qué hago con los cincuenta y dos restantes?». Y se me
queda el tío mirando… «Claro, es que cada canal es para una cosa, y yo no tengo
cincuenta y cuatro cosas». Pero como esa era más cara y quedaba más bonita… Yo,
que he desarmado los teléfonos en los hoteles, porque hacía las crónicas de los
festivales con un ITAME: abría el teléfono y con unas pinzas… Claro, es que
pedir una línea telefónica era muy caro, y al final era como una llamada
telefónica, porque no había móviles. Pues eso, que me hablen a mí de cincuenta
y cuatro canales, joder…
En tu programa distinguías
entre «oyentes» y «llamantes».
Sí. Mira, tú pones un programa
nocturno sobre gallinas y te llamará alguien que quiere saber cosas de gallinas.
Es que la noche es muy… Yo decía que por la noche no cambias de emisora, sino
que te quedas dormido; y por el día sí cambias de emisora. Por la noche es que
hay mucho que llama por llamar. Para escucharse él.
¿No crees que fuiste un poco
borde con algunos de tus oyentes?
Yo he sido borde cuando el oyente
lo ha sido. Pero nunca he ido contra un oyente. Ahora, si han venido agresivos
me he defendido. Pero no tengo yo un recuerdo de borde en plan «vete a tomar
por el culo», porque siempre he tenido el poder del control, de hacer así y
decir: «Vaya, se ha cortado».
Recuerdo que a una señora
mayor le recomendaste que viera Blanco humano, de Van Damme.
Mira, a las tres de la mañana tú
puedes decir lo que te dé la gana. A las doce del mediodía, no. Por la noche,Blanco
humano o La perseguida hasta el catre. Es que, date
cuenta, a las tres y media de la madrugada, que te pregunten por una película.
¿Pero cuántas habrá? ¡Millones! Pero bueno, ese es otro tema. Pero claro, Blanco
humano de Van Damme es que es mu bonita.
¿Y no crees que de una forma u
otra tú fuiste el culpable de que las llamadas insultantes al programa se
multiplicaran?
 |
El cine y la radio parecían incompatibles: ¡en absoluto! Tenemos cerebros repletos de fotogramas |
Sí, pero bueno… (largo silencio)
En Polvo de estrellas pudimos
escuchar por primera vez en España el «We Are The World». Cuéntanos cómo fue
eso.
Eso fue porque yo había ido a Los
Ángeles a una retransmisión de los Óscar y fui a comprar discos, y vi «We Are
The World», pero no sabía qué era. Vi quién cantaba y dije: «Esto lo llevo para
el programa». Y a los dos días llego y el técnico, Enrique, me
dice: «Oye, pero si esto es la hostia. Esto es una premiere. Esto
no ha sonado en Europa». Y le dije: «¡Pues ponlo otra vez!». Y luego llegó a
España. Pero quiero decir que sí, que fui el primero en ponerlo porque acababa
de salir en Los Ángeles y al día siguiente cogí el avión e hice el programa.
Tu programa empezaba cuando
terminaba el de José María García. Le preguntamos por eso hace unos años y aseguraba que
ya le habías perdonado todos esos minutos que te había robado en antena. ¿Es
cierto? ¿Lo has perdonado?
Es que gracias a José
María García yo soy alguien, porque el que llevaba la
audiencia era él. Mi programa era hasta las dos, y una noche García se pasó y
se comió todo mi tiempo. Y yo salí, y dije: «Muy buenas noches. Vamos con un
poquito de música. Adiós». Y eso fue todo. Además es que yo iba como bocadillo,
porque al terminar volvían a poner el programa de García, la repetición. Luego
ya me ampliaron hasta las tres, y luego hasta las cuatro, y los especiales en
domingo… Recuerdo un día que García dijo: «Bueno, es muy tarde. Ustedes
querrán dormir». Y al salir del estudio le dije: «José María, ¡no me mandes a
la gente a dormir!». Y él: «Ay, Carlos, perdona», y me dio un abrazo. Con
García, la última vez que le vi, que fue aquí, nos dimos besos y todo. Si yo
soy algo en la radio es gracias a García. Si no voy detrás de García…
¿Por qué te quedaste en Antena
3 Radio cuando todas sus grandes figuras comenzaron a irse a La Cope?
No, no. Se van a La Cope cuando
cierra Antena 3. Nadie se va antes. Cierran Antena 3 y cada uno se busca las
habichuelas. Unos se fueron a La Cope y yo me fui a Radio Voz. Aquello fue un
varapalo importante, la verdad. Nos fuimos a la calle y al poco me llamaron de
Radio Voz. Antena 3 tenía emisoras asociadas, y Radio Voz era
independiente y me llamaron ellos.
Decías saber los verdaderos
motivos por los que cerraron Antena 3 Radio. Y si mal no recuerdo tenían que
ver con un avión y con un lío amoroso. ¿Nos revelas este secreto?
Yo creo que Antena 3 se cerró por
una envidia malsana de otra cadena y de otro señor, por el hecho de que en FM
hubiéramos superado la audiencia de AM. Porque cuando empieza Antena 3, la FM
era otra cosa. La FM eran emisoras especializadas, que podían ser del tiempo o
del deporte. Y ahí salimos al aire a ver quién nos cogía, porque entonces había
radios que no tenían ni para escuchar FM. Y ese fue el gran cambio que supuso
Antena 3 y del que no se habla: hacer una programación convencional de AM en
FM. Y por envidia, ese señor lo cerró. Pero no recuerdo yo eso del lío amoroso y
el avión.
SwagBucks is the best work from home website.
ResponderEliminar