Radio contra la incertidumbre

- El pasado mes de marzo, la Unión Europea animó a los ciudadanos del Viejo Continente a proveerse de un ‘Kit de Emergencia’ para afrontar posibles catástrofes que les pusieran en una situación límite
- Entre los elementos que conformaban ese ‘kit’, se encuentra una radio a pilas, porque la información se considera un servicio de interés general imprescindible para luchar contra la incertidumbre del momento
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La radio de cartón, que se ensambla, y no necesita pilas, para las situaciones de emergencia, en Chile (Fotografía ONEMI, Chile) |
No nos dejemos llevar por el triunfalismo a la hora de reivindicar la radio como el medio de comunicación mejor posicionado para afrontar las situaciones de emergencia. Solo hay que analizar la realidad: caída la red eléctrica, caído internet, un simple receptor a pilas demuestra que se puede estar conectado a la vida, y seguir, minuto a minuto, en tiempo real, los acontecimientos. Esto solo lo ofrece la radio. Y por eso hay que cuidarla, porque representa, en estas situaciones, la certidumbre frente al caos
El propio Marioni, de Shackleton reconocía: “Tuvimos
la oportunidad de revalorizar la radio como medio de comunicación, un medio que
en plena era digital es considerado obsoleto. Es increíble que en emergencias
la solución pase por volver a una de las tecnologías más antiguas”, afirmó.
No se puede contrariar ni una sola de las comas de estas declaraciones.
La radio lo ha vuelto a demostrar. Ayer lunes fue
prácticamente el único medio que facilitó información puntual y en directo,
conforme se sucedían los hechos, a los españoles. Las grandes cadenas
demostraron su músculo informativo y, una vez más, explicaron por qué figuran con
honores en el pódium de las más escuchadas del país. La Cadena SER, COPE, Onda Cero
y RNE volvieron a revalidar su título de ‘emisoras veraces y creíbles’ y a
demostrar su proverbial profesionalidad. El nervio informativo alcanzado renovó
no solo la confianza de los 24.675.000 oyentes que escuchan la radio todos los
días, de lunes a viernes, mayores de catorce años (1ª ola EGM, AIMC), sino a
gran parte de los 18 millones de españoles restantes (hasta completar el
universo de la encuesta) que no escuchan la radio nunca, o esporádicamente.
Los ‘teléfonos inteligentes’ se vuelven ‘mu tontos’
La clave está en el adverbio ‘esporádicamente’. Ayer, sin duda, fue un día señalado, muy especial, y extraordinario, que justificaba la escucha de radio, en unas circunstancias especialmente complicadas que impedía que el receptor de radio estuviera enchufado a la red eléctrica, o que se pudiera sintonizar a través de internet, que fue lo primero que se vino abajo, al caerse toda la Red Eléctrica Española. En los tiempos de internet, de la Inteligencia Artificial, hubo que volver a tecnología del siglo pasado, que han superado los cien años de vida, para estar al corriente de lo que ocurría en el país.
El
caso de Chile no es aislado. Otros países, también afectados por las
catástrofes naturales, como México, India, e incluso Estados Unidos, han
aprobado legislaciones para obligar a los fabricantes de ‘teléfonos inteligentes’
(y lo entrecomillo) a incluir en su tecnología la radio hertziana, emitida por
aire. Saben muy bien en estos países cuál es el papel de la radio ante
situaciones de crisis de emergencia, y no pueden permitirse la
irresponsabilidad de que los smartphones carezcan de la posibilidad de escuchar
la radio a través de un sintonizador de FM. De ahí el entrecomillado que
convierte, erróneamente, los teléfonos en ‘inteligentes’, porque, ante
situaciones como estas, incluida por supuesto, el apagón sufrido ayer lunes en
España, Portugal y parte de Francia y Marruecos, los teléfonos se vuelven, como
diría José Mota, “tontos, mu tontos”.
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La radio a pilas debe estar en las casas, por lo que pueda pasar (Fotografía Raquel Martos, Twitter, X) |
Dentro de lo que se ha comentado y publicado en redes, hay
un concepto que se ha explicado mal. Me refiero a aquel que reivindica el
trabajo de la radio como “servicio público”. No es cierto, aunque conviene detenerse
en los matices.
Ayer lunes fue el único medio que facilitó información puntual y en directo, conforme se sucedían los hechos, a los españoles. Las grandes cadenas demostraron su músculo informativo y, una vez más, explicaron por qué figuran con honores en el pódium de las más escuchadas del país. La Cadena SER, COPE, Onda Cero y RNE volvieron a revalidar su título de ‘emisoras veraces y creíbles’ y a demostrar su proverbial profesionalidad. El nervio informativo alcanzado renovó no solo la confianza de los 24.675.000 oyentes que escuchan la radio todos los días, sino a gran parte de los 18 millones de españoles restantes que no escuchan la radio nunca, o esporádicamente
Las únicas emisoras auténticamente de ‘servicio público’,
son las sostenidas con fondos públicos, es decir, en el caso español, RNE, las
emisoras autonómicas y las emisoras locales que dependen de ayuntamientos y diputaciones.
Son radios cuya misión prioriza el servicio al ciudadano, y potencia contenidos
culturales, sociales o religiosos a los que habitualmente las emisoras privadas
no prestan demasiada atención (o nula) porque el interés o la repercusión de
estos temas no resulta un contenido ‘rentable’.
No olvidemos que la radio hertziana es un medio que solo
puede ejercerse previa concesión administrativa de los gobiernos autonómicos en
este caso, tras cubrir una serie de condiciones reunidas en los pliegos correspondientes
para hacerse con un título habilitante que rubrique su actividad empresarial. Esto
equilibra la necesidad de estas empresas de ocuparse de la comunidad a la que
sirven, y las acercan, de alguna manera, a ese concepto de ‘servicio público’,
sin serlo. Lo que son las radios privadas es ‘servicio de interés general’.
De hecho, en caso de emergencia nacional, las radios, y sus
centros emisores, se incluyen en los planes de defensa del Ejército y las
Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado.
Se agotaron las pilas, se agotaron las radios
La situación de emergencia nacional provocada
involuntariamente por Red Eléctrica Española produjo una serie de efectos hasta
ahora desconocidos, al menos en la proporción vivida ayer lunes. Los bazares
chinos hicieron buen negocio con la venta de pilas, radios, velas y linternas.
Así como otros comercios suspendieron su actividad porque no les funcionaban las
cajas registradoras y los ordenadores, los chinos, libreta y lápiz en mano,
iban sumando, casi con el ábaco, todos los artículos, y cobrando en efectivo,
sin problemas. Ahora, habiendo vivido el capítulo de ayer, temo el día en que
se prohíba el dinero en efectivo, y solo podamos trabajar con las tarjetas de
crédito o de débito. No parece, viendo lo visto, lo más inteligente.
El caso es que los españoles se compraron radios a pilas, una tecnología absolutamente superada, y hoy en desuso, que, ante situaciones de catástrofe como las sufridas ayer, se convierten en la ‘tecnología punta’ para recibir información en directo de lo que ocurre a nuestro alrededor en una crisis de emergencia, en este caso, un apagón.
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Una radio a pilas por hogar representa certidumbre ante la adversidad (Fotografía Manolo Lama en X, Twitter) |
De la ficción de "El Gran apagón" a la cruda realidad
Inevitable pensar en esa gran ficción sonora de Podium
Podcast, “El Gran
apagón”, escrita por José Antonio Pérez Ledo, que dirigió Ana
Alonso de Blas, con diseño sonoro de Roberto Maján. Como recuerda en
un tuit la directora general de Podium Podcast, María Jesús Espinosa de los
Monteros, recordando una frase del guionista Jorge Carrión, “La
ciencia ficción es el nuevo realismo”. Menos mal que, en el caso de ayer,
la normalidad, a excepción de algunos pequeños incidentes, fue casi total, si
exceptuamos varias víctimas indirectas, ocurridas por la falta de energía eléctrica.
Pero el fondo de la cuestión lo imaginó antes Pérez Ledo que ha reconocido esta
pasada madrugada, en el programa de Roberto Sánchez, “Si Amanece, nos
vamos”, que es “uno de esos que no tiene radio a pilas".
En el Día Mundial de la Radio de 2016, la UNESCO dedicó
la jornada al papel de la radio en las grandes catástrofes. Y no era,
desde luego, una idea peregrina, en absoluto. Sabía lo que se hacía la UNESCO,
porque la experiencia en estos entornos hostiles, provocados por desgraciados
hechos fortuitos, demuestra que la información resulta imprescindible. Pero,
¿cómo llega esa información hasta el afectado? A través de la radio. No hay
duda. Pero está clarísimo, y a los hechos me remito, no de la radio por
internet, sino de la radio por aire, alimentada a pilas, ante la caída de la red
eléctrica.
Radio reivindicada, que sube su cotización
Como defendía en una entrevista en el programa “La cresta
de la ola”, de Radio Exterior de España, el triunfalismo no debe movernos a
la reivindicación de la radio como medio imprescindible en las catástrofes
naturales, que tiende a surgir en torno al corporativismo del sector, sino debemos
basar el argumento en a la propia evidencia de los hechos. Caída la red eléctrica,
solo nos queda la radio a pilas. La radio, antes hechos como los vividos, se
revaloriza, sin ninguna duda. Una voz amiga, en medio de la desgracia,
alimenta la esperanza. Una magnífica idea que hace de la radio el medio
más versátil de todos cuantos existen, tanto que puede llegar a salvar
vidas. ¿Hay algo más importante que esto?
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