2018 o la inercia de la radio española
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Comienza el nuevo año como siempre, con los mismos sonidos,
sin cambios en lontananza ¿y van…?
La radio ha perdido fuerza para atraer
nuevos oyentes, incluso en un contexto favorable, de tensión y demanda informativa
El pasado uno de enero de 2018
millones de personas, en todo el mundo, inevitablemente, cayeron en la
tentación de autoformularse nuevos deseos para el año que acababa de entrar en
acción. Muerto el 2017, ¡viva el 2018! En la mente de todos mis lectores está
la lista de los deseos más habituales que, de manera recurrente, y hasta
rutinaria, llegado cada nuevo año, nos planteamos todos: adelgazar, hacer más
deporte (acudir al gimnasio), dejar de fumar, aprender inglés… Pero son pocos,
muy pocos, los elegidos, los que realmente lograrán cumplirlos, y celebrarlos.
Hace falta fuerza de voluntad, arrojo, perseverancia, en suma, valentía.
La radio ya no vive solo de aire... pero el aire forma parte de su esencia (Fotografía Moinzon, Pixabay) |
Es lo que le falta, exactamente,
a la industria radiofónica española. 2018 acaba de empezar, igual a como empezó
el 2017, el 2016, el 2015… No hay nada nuevo bajo el sol. Las grandes noticias
que el sector ha proporcionado en estos primeros días del nuevo año, a dos tan
solo del cambio de década -la tercera- del siglo XXI, consisten en la
renovación de Carlos Herrera por Cope, por tres años más (aunque irá
desapareciendo progresivamente de la antena, y tiene la potestad, reconocida
contractualmente, de marcharse a los dos años) y el comienzo, en Onda Cero, del nuevo programa de Jaime Cantizano, “Por fin no es lunes”, en las mañanas de los fines de semana,
sustituyendo a Isabel Gemio que, al
principio, allá por septiembre pasado, admitió una salida pactada con la
dirección de la cadena radiofónica de Atresmedia y, tras el Ondas, cambió incomprensiblemente
su versión aireando, según ella, un inexplicado despido unilateral.
La radio generalista española tiene una audiencia mayoritaria, según el EGM, que supera, de media, los 50-52 años, y creciendo
Aparte de sus dimes y diretes,
aparte de las historias en paralelo que acompañaron a la renovación de Herrera
(¿alguien, en su sano juicio, creía que no iba a renovar?), aparte del cuando
menos sorprendente cambio de actitud de Isabel Gemio sobre su salida de Onda Cero, aparte de las vicisitudes propias
de estos cambios, y de su resonancia mediática, la radio sigue ofreciendo la
misma imagen, y parece una
incongruencia, pero no lo es.
Vivimos en tiempos en los que las
imágenes predominan sobre cualesquiera otros contenidos, y la radio no escapa a
esta dictadura. ¿Qué imagen nos ofrecen la radio hablada, y las radiofórmulas
musicales, en los preludios de 2020? La misma de hace una década, dos, tres…
Las mismas estructuras, impuestas por el control de audiencias del Estudio General de Medios, las mismas
parrillas, las mismas desconexiones. La misma radio. La única ‘gran novedad’ es
que a Isabel Gemio le reemplaza Jaime Cantizano, que ciertamente, representa
una radio muy diferente a la que ofrecía la periodista extremeña. Pero el
contenedor sigue siendo el mismo.
Observemos el cuadro, elaborado
por el EGM, correspondiente a la última ola analizada, la tercera (noviembre
2017), en el que se refleja la evolución de la penetración. Tenemos, frente a
frente, la radio y los datos del crecimiento de internet. Si analizamos
tendencias, está clarísima la de internet, en línea ascendente rotunda, y a un muy
buen ritmo. En cambio, la radio, desciende. ¿Cómo es posible que, con el
crecimiento de audiencia de los programas en esta última ola, provocado por el
aumento de la demanda informativa por la tensión secesionista catalana,
principalmente, la audiencia global de la radio descienda? En concreto, 280.000
personas han abandonado la radio en el último trimestre de 2017. Y eso estando
como estaba el patio…
Recuadro elaborado por el EGM (3ª ola 17) que compara los índices de penetración en España de la radio y de internet |
Me preocupa que, en
circunstancias en las que la tensión informativa provoca un aumento del consumo
de la información -y por tanto de la radio generalista- el medio no sea capaz
de crecer, de atraer nuevos oyentes, y lo único que consiga es reordenarlos,
reducir de radiofórmula y recolocar sus cifras. En 2012, año en que se produce
un pico importante con respecto al 2011, de nuevo la
actualidad estuvo tensionada, por dos huelgas generales contra la reforma
laboral; las turbulencias en la Casa Real, con la polémica cacería del rey Juan Carlos en Botsuana, y su
posterior accidente, el tiro en el pie de Froilán,
siendo menor de edad, y la imputación
del ‘yerno real’, Iñaki Urdangarín
por el Caso Nóos; la tragedia en el ‘Madrid Arena’, donde murieron cinco
jóvenes; y de nuevo las elecciones catalanas, en las que, días antes del inicio
de la campaña electoral, el presidente autonómico, Artur Mas, anunció la apertura de un proceso de independencia en el
caso de ganar los comicios con un respaldo de mayoría absoluta, cosa que
ocurrió. En este caso, la audiencia de la radio en España creció hasta los
25.896.000 oyentes (datos 2ª ola 2012), el dato más espectacular ¡desde 1997!,
como puede apreciarse en el gráfico. En 2017 cerramos el año, con la que estaba
cayendo en Cataluña, con 24.594.000 oyentes; o sea, 1.302.000 menos que hace
cinco años. ¿Quién se puede considerar satisfecho? ¿El medio, o las empresas
que lo único a que aspiran es a robarse oyentes unos a otros?
La estrategia de la radio española es claramente cortoplacista. De momento, la vaca sigue dando leche...
Los movimientos realizados por
las grandes cadenas, en las que incluyo a Radio Nacional de España, son
inexistentes. Ninguna se atreve a tomar decisiones que podrían comprometer su
posición, o equivocar su estrategia frente a la estabilidad del competidor. Si
hay que citar alguna medida, la Cope se lleva
la palma, con su decisión de suprimir su tiempo local del mediodía, en
beneficio -¡cómo no!- de “Herrera en Cope”,
que sumaba una hora más (de 12:00 a 13:00 horas, aunque con reducida presencia
del periodista almeriense, y todo refritos) y el aumento del programa
informativo de mediodía (“Mediodía Cope”)
que a pesar de la suma de dos horas no ha conseguido batir al líder “Hora 14”, de José Antonio Marcos, en la SER.
Y mientras tanto, las ciudades que no disponen de postes Cope+ no saben qué
hacer con su publicidad local, si es que logran atraerla.
No quieren, o no se atreven.
Ciertamente. 24.594.000 oyentes de la radio española son muchos oyentes…
todavía, y representan unos pingües beneficios publicitarios para las grandes
cadenas (que no se han movido del entorno del 10 por ciento del total de la inversión
publicitaria en España), empezando por la líder, la SER, que es la que más ingresa, aunque no
la más rentable. La vaca sigue dando
leche. Y la radio sigue siendo poderosa. Nadie lo niega. Pero el descenso
de 1.302.000 oyentes en cinco años y este escenario, tensionado
informativamente hablando, incapaz de atraer nueva savia a la radio, empezando
por los más jóvenes, parece no inquietar a nadie. El gráfico lo refleja
claramente. Hasta ahora, los aumentos de la audiencia se han producido por
coyunturas político-sociales que explicaban esos crecimientos, puntualmente.
Cuando las aguas volvían a su cauce, las cifras de audiencia se relajaban. Las
circunstancias han cambiado. Han empeorado. Preocupante. ¿Nadie, en la radio
española, hace planes a cinco años vista? ¿Puede continuar la progresión a este
ritmo descendente?
Comparativa de penetración por targets de radio e internet, según EGM (3ª ola 17) por sexo, edad e índice económico. Las edades avanzadas sobresalen en la radio, al contrario que en internet |
Y ahí está la pirámide
poblacional. De todos es sabido que España envejece. Cada vez tenemos menos
jóvenes -entre la natalidad y la emigración- y este target desciende globalmente en número. Además, y esto es peor, porque
lo que escuchan no les atrae, porque la realidad que refleja la radio dista
mucho de su realidad percibida. La radio generalista española tiene una
audiencia mayoritaria, según el EGM, que supera, de media, los 50-52 años, y
creciendo. Simplemente, la lógica desaparición de los grupos de edad más
longevos, hará descender la cifra global de la audiencia de la radio española;
audiencia que no se verá renovada por su flanco más joven, si no hacemos algo.
Pero aquí no hay más que loables iniciativas solitarias.
La 'gran' novedad de la radio española en 2018 es que Jaime Cantizano sustituye a Isabel Gemio, en Onda Cero...
La estrategia de la radio
española es claramente cortoplacista. Las
vacas, por seguir con la metáfora, siguen
dando leche y no hay razón para prever una hecatombe en las audiencias,
porque España, es indudable, sigue siendo ‘un
país de radio’, pero eso sí, cada vez con un target medio más avejentado. Y que avanza más hacia la madurez, y
con escasa renovación generacional. Es cierto que los jóvenes, desde siempre,
se incorporaban más tarde a la radio hablada, en función de su propia evolución
en la demanda de contenidos, primero eran musicales, y luego la prolongación
del puente venía por los deportes. El primer peldaño, el de la música, se ha
roto, con plataformas como Spotify o Youtube. Nos queda el segundo, el deporte.
Pero los jóvenes no se quedan en la cadena a su término. Están acostumbrados a
erigirse en dueños absolutos de lo que escuchan y no entra en sus planes, con 17,
18, 19, 20 años escuchar “La Linterna”,
“Más de Uno” o “La Ventana”. Pero sí entra en sus planes escuchar, divertirse ¡y
ver! “La Vida Moderna”, el programa
de humor producido en la SER, que
alcanza cifras
espectaculares en Youtube cercanas en algunos casos al medio millón de
visualizaciones. Espectacular. ¿Pero esto es radio?
El director general de la SER, Vicente Jiménez presenta en junio de 2016 'Podium Podcast', la gran aportación de la cadena líder a la radio del siglo XXI |
La SER, y apuntarlo es de justicia, ha sido la
única hasta ahora que, si bien no ha modificado su statu quo, y mantiene, erre
que erre, sus estructuras y parrilla, al menos sí nos ha regalado un invento
del que me considero fan número uno: ‘Podium
Podcast’, la plataforma de contenidos de audio que empieza a contabilizar
descargas por millones, pese a que los datos del Estudio General de Medios en torno a los consumidores de podcast en
nuestro país no superen el medio millón ni de lejos. Este año de 2018, otra
cadena, en este caso la Cope, ha anunciado
también la puesta en marcha de otra plataforma de contenidos, imaginamos que
similar a “Podium Podcast”, con lo
que celebraremos, eufóricos, su decisión. Hay voces que siguen hablando, al
referirse a estas plataformas, de ‘nueva radio’. Ya no lo son, en absoluto. Lo
serían si estuviéramos en su tiempo incipiente, pero no cuando las descargas,
como afirmo, suman millones. Esta radio, desgajada de sus coordenadas
espacio-tiempo, está conquistando a los oyentes.
Con más de 15 millones de españoles que no escuchan la radio, la industria no hace nada por promocionarla
En ese rechazo a los cambios, en
que vive sumida la radio en España, hay que encuadrar su desinterés por lo que
ocurre en Europa, donde ‘progresa
adecuadamente’ la implantación de la radio digital terrestre en formato
DAB+ (evolución del DAB). Cada país, es cierto, ha establecido su velocidad,
porque la Unión Europea, al contrario de lo que dictaminó con la TDT, no se
quiere mojar en este tema, en lo que
entiendo es una dejación de responsabilidades (¿por qué la televisión sí, y la
radio no?). El caso es que el gobierno español y la industria radiofónica de
nuestro país no solo dan muestras de su indiferencia respecto de la extensión de
la DAB+, sino que se atreven a proponer, como ‘signo de modernidad’, el
lanzamiento y la defensa de la ‘radio híbrida’ con base en la FM analógica. Lo
que más me sorprende de esta actitud es que Radio Nacional de España, que hasta
ahora siempre ha actuado (como ocurre con sus análogas europeas) como
locomotora del progreso tecnológico, se haya dejado seducir por los efluvios
del impasse de los privados. Así estamos. Y así nos va.
Un smartphone y unos auriculares, herramientas básicas para consumir radio en cualquier lugar (Fotografía Firmbee, Pixabay) |
En este 2018, así, no se atisban
grandes cambios en el panorama radiofónico español. Seguiremos hablando de
renovaciones de contratos (¿Pepe Domingo
Castaño renovará en Cope?) y de salidas, como
la más destacada del año pasado, que afectó, en la SER, a la periodista Gemma Nierga, tan sonada que,
después de treinta años en su casa
amarilla, fue despedida sin miramientos. Un aviso a navegantes, como
escribí entonces, que hará que pensar a quienes este año tienen que renovar en
esa casa. El propio Javier del Pino,
en una de sus últimas travesuras,
cuando invitó a su programa a Isabel Gemio para hablar de su despido en Onda Cero, dejó caer, entre bromas, que “me va a pasar a mí cualquier día, ya te lo
digo”. Y por ahí le andarán Carles Francino y hasta Pepa Bueno. Y en 2021, si no se retira un
año antes, Carlos Herrera se despedirá del prime
time de la radio española en este su último contrato. La Cope ya tiene fecha para, sin prisas pero sin pausas,
empezar a buscar, o a construir, al sustituto de Herrera. Pero no podemos centralizar
los ‘cambios’ de la radio española en las idas y venidas de nombres de profesionales,
sino en el escenario donde trabajan. La inercia, por definición, es finita.