La evolución del (video) pódcast ante la llegada de dinero

- Nos llegan de EE.UU. noticias de cifras multimillonarias de inversión publicitaria en pódcast, con perspectivas muy positivas que están cambiando la faz de este formato
- Con la incorporación del algoritmo y de las estrategias de distribución, el contenido empieza a ser menos rey que antes
- Hasta ahora, la inversión publicitaria en España en el sector del pódcast era más cuestión de fe que de matemáticas, y sin embargo, por esos misterios del ámbito digital, funciona razonablemente el llamado branded podcast
- Hoy, la incorporación de las imágenes a los pódcast no es más que una estrategia para posicionar un contenido que llega a traicionar su esencia sonora, en beneficio de unas imágenes que pretenden secuestrar la atención del personal a base de clics
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Pódcast/videopodcast, he ahí la cuestión (Fotografía Pixabay) |
Ya se sabe que, cuando el dinero llega, los intereses se disparan y surgen las desavenencias. Aquellos que intentan vivir del pódcast original (con o sin video) seguirán reivindicando que su producto sí merece llamarse ‘pódcast’, mientras que la industria radiofónica reconvertida en productora de pódcast luchará por situarse en el mismo escaparate que los últimos en llegar. Todos, unos y otros, con todos sus recursos, luchan por lo mismo: monetizar su trabajo, un objetivo meritorio en todos los casos, y muy digno
Sin embargo, resultan descorazonadores tres conclusiones que
recoge el mismo informe DNR de Reuters: primera, “el
interés por la actualidad ha caído del 85% al 51% en una década y el desinterés
ha crecido del 1% al 13%”.
Segundo, “por
primera vez, el número de jóvenes de 18 a 24 años con escaso interés en las
noticias supera al de quienes están muy interesados” y tercero, “uno
de cada cinco internautas no interesados en la actualidad dice que no se
informa nunca”.
Hay personas, a la vista de estas afirmaciones, que viven de
espaldas a su mundo, que desconocen que Estados Unidos ha bombardeado Irán o la
situación crítica que atraviesa el Gobierno de España, contaminado por los
casos de corrupción con núcleo en el Partido Socialista. Y no les importa.
Carecen, por tanto, del hábito de consultar lo que ocurre a su alrededor, sea
en el ámbito local, nacional o global.
No creo que la razón última de este desapego por la
información pertenezca, por ejemplo, exclusivamente a los jóvenes, uno de los
sectores -según el DNR- más alejados de la actualidad, y más despreocupados por
el consumo de información, bien sea a través de la radio (directo), bien a
través del denominado ‘pódcast informativo’ (en diferido). La
crisis de credibilidad que afecta a los medios en general empieza a afectar también
a la radio. La SER y COPE han perdido posiciones, según este informe, y da la
impresión de que es un proceso que continúa degradándose.
El mismo informe, que estamos analizando, establece que “el ecosistema sonoro es hibrido: conviven pódcasts nativos —de orientación habitualmente analítica o activista con programas de radio tradicional, circunstancia que revela la difusión paulatina del concepto entre oyentes que no siempre distinguen entre el directo lineal y el audio bajo demanda”. No es la primera vez, ni será la última, que abordamos el asunto del confusionismo en torno al concepto ‘pódcast’, y lo que define, determina y circunscribe. ‘Pódcast’ es un archivo de mp3 producido expresamente para ser distribuido por internet, que puede proceder tanto del ámbito de la radio (redifusión), como del ámbito de productoras de audio, ajenas a la industria tradicional de la radio (exclusivos u originales).
Firmo los dos últimos párrafos de esta reflexión de @jorgeheili en la nueva newsletter de Audiogen3x3.https://t.co/9HYxBL8bk4 pic.twitter.com/tz4WmUX7sy
— Francisco Izuzquiza (@izuzquiza) June 16, 2025
No existe un argumento más feliz que extender el liderazgo de la radio al universo pódcast. ¿Por qué iban a renunciar a este hito permitiendo que lo que hacen ellos -lo más escuchado- se llame de otra forma distinta a ‘pódcast’? Después de dos décadas invertidas en la difusión y popularización de la palabra ‘pódcast’, ¿qué sentido tiene -piensan- tratar de encontrar ahora otro término para definir mejor lo que la radio hace frente al pódcast original? Mucho mejor consolidar el término pódcast y ser los más fuertes, también, en este otro ámbito del audio.
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A la hora de producir un pódcast, la pregunta es: ¿realmente aporta algo el video, o no? (Fotografía generada por IA, Freepic) |
Después de incluir en el Estudio General de Medios (EGM) la medición censal, la Asociación para la Investigación de los Medios de Comunicación (AIMC) tiene ahora otro reto por delante: la medición de los pódcast. Todos estamos de acuerdo en que no existe lo que no se puede medir. En este sentido, ninguna industria que pretenda monetizar su trabajo puede obviar las métricas. 'Dime cuántos te oyen y te diré lo que vales' es el lema de la radio. Igual ocurrirá con los pódcast, cuando se normalice su medición de audiencias.
No existe un argumento más feliz que extender el liderazgo de la radio al universo pódcast. ¿Por qué iban a renunciar a este hito permitiendo que lo que hacen ellos -lo más escuchado- se llame de otra forma distinta a ‘pódcast’? Después de dos décadas invertidas en la difusión y popularización de la palabra ‘pódcast’, ¿qué sentido tiene -piensan- tratar de encontrar ahora otro término para definir mejor lo que la radio hace frente al pódcast original? Mucho mejor consolidar el término pódcast y ser los más fuertes, también, en este otro ámbito del audio
No podemos olvidar que en todo negocio hay muchos intereses
de por medio, y que la medición de las audiencias no solo es una parte
importante del sector, sino la parte fundamental sobre la que se asienta la
inversión publicitaria de las marcas. La AIMC es una asociación, sin afán de
lucro, creada por la industria de los medios y las agencias de publicidad y
grandes anunciantes que se han puesto de acuerdo para aceptar como válidos los
resultados emanados de la medición realizada por el EGM. Así, solo con una
medición normalizada y aceptada por todos los actores, se puede mantener fuerte
un sector que ha superado en España el siglo de vida y que, durante el pasado
apagón del 28 de abril, brilló (nunca mejor dicho, en medio de la oscuridad)
con ‘sonido’ propio.
Si bien los ‘Dailys’ carecen de imágenes (incorporarla
equivaldría a producir ‘un telediario’), los llamados ‘pódcast conversacionales’,
los más numerosos en el panorama de producción de pódcast a nivel global y
nacional, cada vez utilizan más el video, hasta llegar a olvidar el audio. En
estos últimos días hemos tenido la oportunidad de asistir a un debate en torno
a esta realidad que, nos guste o no, está copando el mercado.
Pepa
Fernández, directora del programa “No es un
día cualquiera”, en las mañanas del fin de semana en RNE, afirmaba,
absolutamente convencida, a la periodista Piluca Íñigo, en su videopódcast The Chit Chat Club que “la
radio es sonido, no imagen”. La propia Pepa, había
participado, semanas atrás, en otro
videopodcast, esta vez de Álex Fidalgo, en el que también estaban Juan
Carlos Ortega y Juan Ramón Lucas, en el que este último reconoció: “Sufrí
un fracaso empresarial por empeñarme en defender que el pódcast es solo sonido”.
Dos periodistas de radio veteranos que defienden que la radio es sonido, no
imagen, y sin embargo uno de ellos, Lucas, se ve obligado a introducir el video
como elemento anexo en su pódcast para hacerlo rentable, y poder monetizarlo,
pese a opinar lo mismo que Pepa sobre el auténtico valor del audio.
No abandonamos el Digital News Report, sobre todo cuando
afirma que “la
puerta de entrada para el consumo de pódcast se abre sobre todo en plataformas
generalistas: YouTube y Spotify comparten la primera posición, mencionadas cada
una por alrededor del 39% de los usuarios en el informe global, muy por delante
de aplicaciones especializadas como iVoox o de las plataformas propias de los
medios”. ¿A qué se dedica principalmente Youtube? Al video. Distribuir
un pódcast (solo audio) por esta plataforma es renunciar a su parte
consustancial más influyente: la imagen.
Las mismas firmas que critican la asociación del video al audio reconocen, sin embargo, que su incorporación facilita los clics y consigue mayores índices de audiencia en una sociedad hipervisual como en la que vivimos, sobre todo entre los más jóvenes, a quienes se busca captar, integrar y, sobre todo, fidelizar, en el consumo de contenidos sonoros
En la edición de la newsletter AudioGEN, de fecha 15 de junio, uno de sus coeditores, el periodista argentino Jorge Heili escribía, con tanta sinceridad como crudeza: “El video podcast no es más que la producción de contenidos en video para que su distribución en reels y shorts nos atrape a través de las pantallas y nos haga perder horas de vida, pero sin atender al audio, porque lo que importa es estar enganchado al algoritmo, a la publicidad que te cuelan: tu pódcast en video no les interesa”. En este mismo sentido, acabamos de publicar en esta web una colaboración firmada por el podcaster Iván Patxi Gómez Gallego, titulada “Esto no es un pódcast, es televisión en calzoncillos", un título suficientemente gráfico como para deducir que la suma de las imágenes a un pódcast responde más a criterios comerciales y de marketing que al intento de mejorar el contenido.
En sentido contrario, Luis Basteiro, commissioning
editor de Podimo en
España, escribía en Panorama Audiovisual, “El oyente demanda
un apoyo visual para acercarse al talento. El locutor debe ser visto;
sus reacciones, estudiadas (o admiradas). De esta forma, el contrato entre
ambos agentes va más allá de lo enunciado y lo escuchado; la
interpretación y el lenguaje corporal dejan de ser imaginación para convertirse
en evidencia a través de la pantalla. El vídeo, ya sea por esta particular
relación, por cuestiones promocionales o como respuesta ante el impacto de
ventanas visuales como las plataformas de streaming o las redes sociales, llega
para quedarse en el terreno del pódcast”. Basteiro admite que
el video es un aditamento surgido por razones “promocionales”, o como
consecuencia de la ‘ventana de oportunidad’ que ofrecen las redes sociales o
las plataformas de streaming.
Heili concluía su argumentación con acritud y hasta tono de denuncia: “Perdón por esta reflexión descorazonadora, pero reafirmo mis recientes reflexiones sobre el audio y cuánto me preocupa que un formato de comunicación fundamental para la humanidad esté siendo utilizado por plataformas como ‘cabeza de turco’ de una industria tecnofeudalista que impone modelos, formatos y métodos que solo son útiles para sus fines comerciales”.
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Hay momentos para escuchar y momentos para ver y escuchar. El coche es una ubicación donde solo se puede escuchar (Fotografía Pixabay) |
Las mismas firmas que critican la asociación del video al audio reconocen, sin embargo, que su incorporación facilita los clics y consigue mayores índices de audiencia en una sociedad hipervisual como en la que vivimos, sobre todo entre los más jóvenes, a quienes se busca captar, integrar y, sobre todo, fidelizar, en el consumo de contenidos sonoros. Escribe Iván Patxi Gómez Gallego, contrariado, que “se está desdibujando el concepto, y aunque el pódcast no necesita protegerse, sí necesita definirse mejor. El pódcast ha empujado a la radio a renovarse. Quizá ahora haga lo mismo con la televisión. Lo cierto es que la industria del pódcast en global y YouTube se han hecho pareja. Están redefiniendo juntos lo que significa crear, ver y escuchar contenido. Y esta vez, no hay vuelta atrás”, vaticina.
AIMC tiene ahora otro reto por delante: la medición de los pódcast. Todos estamos de acuerdo en que no existe lo que no se puede medir. En este sentido, ninguna industria que pretenda monetizar su trabajo puede obviar las métricas. 'Dime cuántos te oyen y te diré lo que vales' es el lema de la radio. Igual ocurrirá con los pódcast, cuando se normalice su medición de audiencias
El dinero está
llegando al pódcast, aunque todavía carezca de un sistema de medición fiable y
asumido por todo el sector que justifique esa inversión. Hasta ahora, aportar publicidad
a un pódcast se movía más en el terreno de la fe que en el de las matemáticas. La
medición no es barata. ¿Cuenta ya el pódcast en España con suficiente
infraestructura como para poner en marcha un sistema de medición fiable? No lo
creo. Por eso, la industria de la radio, una vez más, se está adelantando, al
incorporar al EGM la medición del pódcast, pero claro, la medición de los pódcast
de sus socios, los que pagan religiosamente las cuotas a AIMC.
Ya se sabe que, cuando
el dinero llega, los intereses se disparan y surgen las desavenencias. Aquellos
que intentan vivir del pódcast original (con o sin video) seguirán reivindicando
que su producto sí merece llamarse ‘pódcast’, mientras que la industria
radiofónica reconvertida en productora de pódcast luchará por situarse en el
mismo escaparate que los últimos en llegar. Todos, unos y otros, con todos sus
recursos, luchan por lo mismo: monetizar su trabajo, un objetivo meritorio en todos
los casos, y muy digno. Hasta ahora, la respuesta priorizaba la calidad de los
contenidos, pero ya no está tan claro: la concurrencia del algoritmo, como
comentaba Heili, o la necesidad imprescindible de diseñar una estrategia de
difusión/distribución del pódcast (o videopodcast), introduce una serie de elementos,
ajenos al contenido, sin los que un magnífico producto no sería conocido,
mientras que un contenido mediocre, bien promocionado, podría acumular muchas
más descargas y escuchas.
Empiezo a pensar que el pódcast, que nació amateur en España, sin afán de lucro, respondía mejor a las esencias del formato, que los intereses, estrategias o imágenes (video) que se han confabulado para construir hoy día productos que secuestren la atención del usuario, bajo el pretendido aspecto de pódcast cuando en realidad su identidad responde más a una ‘televisión en calzoncillos’.