Las razones que impulsan los cambios en la radio

- Cada final de temporada vuelven a oirse rumores de cambios en la radio española
- La SER ha sido víctima de filtraciones interesadas que apuntaban al cese de su principal comunicadora, Àngels Barceló, que acaba de ser confirmada en su puesto para la próxima temporada, acallando los bulos difundidos por muchos confidenciales
- En RNE han vuelto a la Casa de la Radio los rumores de ceses y cambios, anunciados por el presidente de RTVE, José Pablo López, en sede parlamentaria, “cambios difíciles en RNE, pero necesarios”
- Onda Cero y COPE, por su parte, más tranquilas, no han hecho movimiento alguno, ni se ha filtrado nada acerca de posibles cambios sustanciales en su programación: Alsina y Herrera están confirmados, hasta nuevo aviso
![]() |
Una radio en el quirófano, dispuesta a someterse a cambios estéticos (Fotografía generada por IA por Freepic) |
"No solo la radio nunca será de los oyentes, por más que los románticos reclamen esta propiedad, sino que en bastantes ocasiones los oyentes no pintan absolutamente nada en las decisiones de los directores y directores de programación, que atienden argumentos, sin duda poderosos y necesariamente ejecutables para mantener su puesto, ajenos a la estrategia del medio y al mínimo respeto a los propios oyentes"
Los oyentes penalizan por lo general los cambios. Porque se
sienten traicionados por la dirección de las cadenas al introducirlos y, en definitiva, huérfanos de sus voces más queridas. La
relación que se establece entre un comunicador y sus oyentes es claramente
emocional. El oyente decide prestarle su tiempo y su confianza a Carlos
Herrera, en COPE, a Julia Otero en Onda Cero, a Carles Francino en la SER o a
Pepa Fernández en RNE, por citar a las cuatro grandes cadenas y a algunas de
sus voces, insisto, más queridas (y digo bien, queridas), porque les creen, porque se encuentran a gusto con ellos, porque les hacen la mejor compañía o porque les mantienen
informados y entretenidos. Pero, fundamentalmente, porque han logrado establecer
con su voz preferida una conexión emocional.
Y ya se sabe que, cuando se traiciona emocionalmente a
alguien, se produce un rechazo contra quien ha impulsado esa decisión
traumática. Los oyentes se revuelven, molestos con decisiones que no entienden, incluso no se ajustan al sentido común, ni a datos (audiencias, EGM) que las apoyen. Y para abordar los cambios hacen falta: tiempo, conocimiento, estrategia y mucha
planificación. Justo lo que no se da, casi nunca, en la radio española, donde
se prefiere el cambio repentino, el despido fulminante, el cambalache irracional.
Los programadores, inspirados por lo general en razones ajenas a la estrategia
radiofónica, que tienen que ver más con la pelea y los intereses ideológicos o
políticos que con las reglas del juego del medio, campan a sus anchas haciendo
y deshaciendo sin ningún rubor, incluso, a veces, con chulería.
Los cambios tienen que hacerse. La radio, es cierto, no es propiedad de nadie. Ni de los profesionales que la hacen, ni de los programadores que la estructuran y definen. Tampoco es, de hecho, de los oyentes, por más que se utilice esta frase romántica para describir una relación ideal impulsada por la leyenda. Los programadores tienen derecho a tomar decisiones, a acertar, y a equivocarse. Igual que los profesionales que un día están en una cadena y en la temporada siguiente abrazan otra marca sin sonrojo, están en su pleno derecho.
"Los cambios tienen que hacerse. La radio, es cierto, no es propiedad de nadie. Ni de los profesionales que la hacen, ni de los programadores que la estructuran y definen. Tampoco es, de hecho, de los oyentes. Los programadores tienen derecho a tomar decisiones, a acertar, y a equivocarse. Igual que los profesionales que un día están en una cadena y en la temporada siguiente abrazan otra marca sin sonrojo, están en su pleno derecho. La clave de los cambios está en la oportunidad, y también en las formas adoptadas para afrontarlos
Pero hay una pequeña diferencia: los grandes
comunicadores se llevan consigo a sus oyentes. Así ocurrió con Luis del Olmo,
así ocurrió con Carlos Herrera y así ha ocurrido con Julia Otero,
el último gran movimiento, aunque este último dentro de la misma cadena. Los
programadores vienen y van, y dejan tras de su gestión éxitos y fracasos. Hay
quien se mueve solo por la intuición, hay quien lo hace basado en los datos y
hay quien considera ambos motores. Pero los oyentes se van con los
comunicadores. Es cierto que no siempre ocurre: José Ramón de la Morena
demostró que este argumento no es infalible. Sus oyentes se quedaron en la SER,
una marca más poderosa que sus profesionales. El firmamento es más poderoso que
sus estrellas. Para que los oyentes se vayan contigo tienes que ser muy buen
comunicador y haber sembrado delante de un micrófono durante décadas. Para ser
programador no tienes por qué haber hecho micrófono necesariamente.
Hay otra regla no escrita: lo que funciona, no se cambia.
Por supuesto, también vergonzantemente transgredida por algunos directivos,
cuando los cambios están justificados por causas ajenas al medio, más cercanas
a las cotas de poder coyunturales que a la atención que requieren los
resultados alcanzados. Esto se da especialmente en las radios públicas, donde
los recién llegados alejan de la antena al equipo anterior, simplemente, no hay
más razones, porque representa la opción del contrincante político. Ocurrió en
RNE cuando Manuel Ventero despidió a Juan Ramón Lucas y Toni
Garrido en 2012. Lucas había alcanzado uno de los mejores resultados en
audiencia en ‘Las Mañanas de RNE’. De poco le sirvió. Ventero duró un
año al frente de la dirección de RNE. Fue permutado con Alfonso Nasarre
a la dirección de Comunicación de RTVE.
Pero tampoco es cierto que esto solo ocurra en la pública. En la SER, cadena propiedad del grupo PRISA, también se mueven por argumentos políticos. El actual presidente Joseph Oughourlian libró un duro enfrentamiento en febrero de este año con algunos miembros del consejo de administración de la compañía que defendían la oportunidad de embarcarse en una dudosa operación empresarial, con una deuda detrás de 700 millones de euros: la televisión generalista de Pedro Sánchez. La principal víctima de esta guerra por la televisión fue el consejero delegado de PRISA Media, Carlos Núñez. Y, a partir de aquí, todos los nombres que apoyaron su gestión se situaban en la diana...
![]() |
Una oyente veterana escucha sus voces preferidas en su radio (Fotografía generada por IA por Freepic) |
La primera en caer fue la periodista Pepa Bueno, de la dirección del diario El País. Fue también la anterior directora del “Hoy por Hoy” de la SER, que sucedió a Carles Francino, que a su vez permutó su puesto con Gemma Nierga en “La Ventana”, porque ambos disgustaron a los jefes con su comportamiento a favor de los trabajadores en el conflicto contra la empresa, que se materializó en una huelga general en 2012. O conmigo, o contra mí, parecía el lema de entonces, y ahora, se repite como lema del staff de PRISA, una situación que vuelve a reproducirse. No puede olvidarse, ni perdonarse, que Pepa Bueno aprobó en El País la entrevista al CEO de PRISA Media, Carlos Núñez, en la que defendió la oportunidad de apoyar el proyecto de una nueva televisión en abierto por TDT.
"En algún momento habrá que gestionar el relevo de Àngels Barceló, igual que el de Carles Francino o Javier del Pino. Como antes ocurrió con Luis del Olmo, Iñaki Gabilondo o José María García. Es ley de vida. Pero lo que resulta indecoroso es que las personas se tomen como munición de un ataque ideológico, que manifiesta la ausencia más absoluta de respeto y ética profesional"
Oughourlian quiere mantener la línea editorial de la SER, y
del Grupo, en el centro izquierda, su posición histórica, desde la entrada de
PRISA en 1984. Antes, la Sociedad Española de Radiodifusión se movía más en las
coordenadas de la Unión del Centro Democrático (UCD) del presidente Adolfo
Suárez. Pero lo que no quiere el presidente de PRISA es que este
posicionamiento implique una actitud acrítica hacia el gobierno de Sánchez,
dicho de otra forma, que la SER se convierta en palmera de la gestión
socialista. La intromisión de algunos consejeros en PRISA, empezando por el
propio CEO, para defender “TelePedro” -un negocio ruinoso a juicio del
empresario- fue la gota que colmó el vaso de la paciencia de Oughourlian. "Este
grupo no es un juguete", declaró, contundente, victorioso
en la última Junta General de Accionistas, a modo de aviso a navegantes. El
resto es pura coherencia con lo ocurrido.
En este contexto de ‘limpieza editorial’, los consejeros más afines a las posiciones de Pedro Sánchez, con acceso a información sensible, y ante la falta de renovación del contrato de Àngels Barceló (que renueva cada temporada) extendieron el bulo interesado de que el cese de la periodista catalana era inminente, por sus posiciones demasiado próximas al PSOE del
presidente del gobierno. Y, por supuesto, todos los confidenciales, uno tras
otro, fueron publicando el rumor, porque el contexto parecía apoyar ese relato. No
dejaron de cortarle la cabeza a Barceló durante una semana. Según cuenta El
Independiente, el propio Fran Llorente, en reunión de urgencia en la
sede de la SER en Gran Vía 32, calificó directamente de “bulos” las
(des) informaciones publicadas por estos medios, que aceptaron como válidas informaciones interesadas, surgidas de filtraciones sin confirmar, obviando las mínimas
reglas deontológicas.
No ha ocurrido en esta ocasión, pero ocurrió en situaciones
anteriores. Cuando
PRISA estuvo a punto de entrar en quiebra por la OPA a Sogecable y el gobierno de
Mariano Rajoy, del Partido Popular, intercedió ante los bancos, su
vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría negoció con Juan Luis Cebrián
un giro hacia la moderación del grupo. Y así ocurrió. Fueron meses
desconocidos en una PRISA derechizada, presa de sus propios errores y necesitada
de apoyos políticos que llegaron paradójicamente desde las filas del PP.
Con esto quiero llegar a una conclusión que es fácil de colegir: no solo la radio nunca será de los oyentes, por más que los románticos reclamen esta propiedad, sino que en bastantes ocasiones los oyentes no pintan absolutamente nada en las decisiones de los directores y directores de programación, que atienden argumentos, sin duda poderosos y necesariamente ejecutables para mantener su puesto, ajenos a la estrategia del medio y al mínimo respeto a los propios oyentes.
"Las únicas estrategias a la que atienden las radios son a las decisiones empresariales basadas en directrices políticas y/o necesidades económicas. Las primeras son producto de un posicionamiento del medio y la necesaria convivencia con el poder político de turno que tiene que atender y satisfacer; las segundas sobrevienen por los resultados económicos, que pueden resultar limitantes en la contratación de los profesionales o en la contención del gasto"
Y si no se atiende a los intereses de los oyentes (no cabe hablar de derechos), ¡qué vamos a decir de los profesionales, que a menudo se utilizan como simple moneda de cambio en todo este proceso, con poco respeto por su trabajo, y con formas más que mejorables! ¿De quién es la línea editorial de una cadena de radio: de la marca o de uno de sus profesionales? Está claro que decide la empresa, está en su derecho. Pero ¿qué ocurre cuando se produce un conflicto de intereses y el profesional se niega a seguir las directrices de la empresa? La respuesta, que ya he abordado en ocasiones anteriores, da para mucho más que un párrafo. Y es más frecuente de lo que podamos pensar...
Las únicas estrategias a la que atienden las radios son a las decisiones
empresariales basadas en directrices políticas y/o necesidades económicas. Las
primeras son producto de un posicionamiento del medio y la necesaria
convivencia con el poder político de turno que tiene que atender y satisfacer;
las segundas sobrevienen por los resultados económicos, que pueden resultar
limitantes en la contratación de los profesionales o en la contención del
gasto. Por tanto, las más inusuales son las estrategias consustanciales al propio
medio: sustituir a Iñaki Gabilondo, fichar a Carlos Herrera, contratar a De la
Morena, permutar a Julia Otero, etc.
Oughourlian tiene su foco, como él mismo anunció, situado en
el negocio, que es su máxima prioridad. Y, en este camino, Sánchez se ha
interpuesto, en forma de caballo de Troya. Lo que está haciendo es pegar
un puñetazo en la mesa y dejar claro quién manda en PRISA, por lo menos hasta
que él recoja su dinero y abandone el barco (porque todos tienen sus
intereses). A los bancos acreedores, los que negocian la deuda y sus plazos, no
les hacía ninguna gracia que PRISA se embarcara en negocios con costes estructurales
millonarios, y de dudosa rentabilidad, que a su juicio podían comprometer la
amortización del préstamo.
El actual presidente de PRISA se ha situado frente a Pedro
Sánchez. Mantiene la línea ideológica de la SER, más que nada porque es el
nicho ideológico más rentable en la España actual (toda la competencia está
concentrada del lado centro-derecho), pero no le va a hacer la ola a todo
cuanto haga, ni va a permitir que los contertulios más favorables al régimen
se ocupen de extender sus publirreportajes. Ya se están buscando caminos
de reconciliación en esta relación rota, pero no están siendo fáciles, porque ambos tienen razones para
enrocarse. Veremos cómo discurre este nuevo episodio de desamor entre PRISA y
un gobierno socialista. En algún momento habrá que gestionar el relevo de
Àngels Barceló, igual que el de Carles Francino o Javier del Pino. Como antes
ocurrió con Luis del Olmo, Iñaki Gabilondo o José María García. Es ley de vida.
Pero lo que resulta indecoroso es que las personas se tomen como munición de un
ataque ideológico, que refleja la ausencia más absoluta de respeto y ética profesional.
Lo bueno de estas historias es que terminamos enterándonos...
Relacionado:
-Cambios en la cúpula de PRISA: Fran Llorente dirigirá los contenidos de la SER (2025)-Joseph Oughourlian: “A la radio no la mata ni el vídeo ni nadie” (2025)
-PRISA sufre un enfrentamiento interno por la televisión (2025)
-El plan quinquenal para RNE (2025-2030): ¿aires de recuperación? (2025)
-Los dilemas de Radio Nacional (2024)
-El futuro de la SER, ¿en manos de Sánchez? (2023)
-PRISA, segunda compañía de audio en ‘streaming’ del mundo y la primera en español (2023)