Las lecciones del apagón en el futuro de la radio

- La radio ha demostrado, como medio, que es capaz de tranquilizar a un país asustado, es capaz de informar cuando nadie más puede hacerlo y es capaz de introducir luz en la oscuridad
- Pero debemos extraer de esta crisis la lección principal, que no es otra que el canal: la radio hertziana, la transmitida por ondas, es la más segura, frente a una catástrofe o emergencia, ante las que internet se muestra débil e inerme
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Millones de coches están conectados con el mundo a través de la radio, y el futuro plantea la posibilidad de que la próxima generación de automóviles no cuenten con acceso a ella (Fotografía Pixabay) |
No es un eslogan, es la realidad que hemos vivido en la crisis del apagón: la radio difundida por ondas, analógica (OM, FM) o digital (DAB+) representa la seguridad de un país ante una catástrofe o emergencia. Deberíamos hacer el esfuerzo de defende que la radio por ondas, aquella que no depende de internet para distribuirse, aquella que no requiere de suscripción ninguna, aquella que no puede ser censurada por países totalitarios, aquella que no puede ser rastreada, es el medio de transmisión más seguro de todos cuantos existen, sin ser tampoco infalible. No podemos permitir que la radio se convierta en un simple gadget de entretenimiento. Es mucho más importante. Es la conexión con la vida, minuto a minuto
Los grupos electrógenos (generadores) y los UPS (Sistema de
Alimentación Ininterrumpida) se arrancaron para que la radio pudiera seguir
emitiendo. Lo mismo ocurría en los repetidores. Objetivo: no interrumpir las
emisiones, en un momento tan complicado como el del apagón. Y la radio lo
logró.
El problema no estaba en la emisión, sino en la recepción.
Millones de hogares continúan escuchando en España la radio en viejos receptores,
la mayoría enchufados a la red, pero también alimentados por pilas. Una gran
parte se lanzó al trastero a recuperar su viejo transistor para poder estar
conectado a la realidad. Otros decidieron acudir en masa a los bazares chinos a
comprarse un receptor, además de hacer acopio de pilas, velas y linternas. Entonces,
en esas circunstancias, le encontramos sentido por fin al famoso ‘kit de
supervivencia’ que nos recomendó la Unión Europea, y del que muchos se rieron.
Otros no, más previsores, que llegaron a comprarse hornillos camping gas, para
poder cocinar sin la complicidad de las modernas vitrocerámicas, inservibles
cuando no hay luz.
Otra de las soluciones pasaba por bajar a tientas al garaje, al coche, y enchufar la radio para escuchar qué ocurría. Por las calles, iluminadas por la claridad del día (¡menos mal que el apagón nos asedió de día!) hubo conductores solidarios que subieron el volumen de sus radios para compartir con los viandantes la información suministrada por las diferentes radios.
El apagón no descubrió la radio: la afianzó
El colapso de Red Eléctrica Española hizo tambalear al país,
nos sumió en la oscuridad, pero sirvió para reivindicar ‘los poderes de la
radio’. En el programa “El Hormiguero”
(Antena 3), al que acudió Carlos Alsina el pasado día 14 de mayo, para
celebrar el décimo aniversario de su programa “Más de Uno”, en Onda Cero
(perteneciente al mismo grupo empresarial), el periodista manifestó su
descontento con el supuesto ‘descubrimiento’ de la radio: “Da la impresión
de que la radio, ahora que hemos recuperado del desván la radio a pilas,
durante el apagón, era una reliquia, una antigüedad, cuando realmente es todo
lo contrario: creo que es el medio más moderno de todos. Esto de que el apagón
ha recuperado la radio a los que la hacemos nos duele un poco”, se quejó.
Con razón. Coincido: la radio es el medio más moderno que existe, y cada día se
renueva.
Pero lo cierto, y verdad, es que la sencillez del medio es
su principal aliada. Un micrófono, que convierte la voz en impulsos eléctricos
de baja intensidad, que pueden distribuirse por ondas hertzianas hasta pequeños
receptores de OM o de FM, alimentados por pilas, y provistos de una sencilla
antena. Sin luz, no servían los teléfonos móviles que recibían la señal de
radio a través de internet (IP), tampoco los altavoces inteligentes, que
necesitan cobertura wifi, ni la radio por TDT, que se distribuye por
televisión. La radio de toda la vida, la que sigue emitiéndose por FM demostró
su incuestionable fortaleza en una situación límite vivida por un país entero. Y
se erigió, por las circunstancias, en el único medio capaz de seguir
funcionando, tanto en la emisión como en la recepción.
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Radioplayer es un consorcio constituido por la industria internacional de la radio para defender sus intereses ante los grandes gigantes (Fotografía Radioplayer) |
Y señores: ¡no es casualidad que los ‘kits de supervivencia’ incluyan una radio portátil a pilas! Porque los técnicos saben perfectamente que, llegado el caso, de un posible nuevo apagón (“no es probable, pero es posible”, advertía un experto hace unos días) la radio es el único medio que puede seguir emitiendo sin necesidad de estar conectado a la red eléctrica. En Alemania ya están experimentando el sistema de alarmas ASA asociado a la DAB+: un protocolo de emergencias que activará los receptores desde la central para advertir a los oyentes de los peligros planteados en situaciones de emergencia.
La sencillez del medio es su principal aliada. Un micrófono, que convierte la voz en impulsos eléctricos de baja intensidad, que pueden distribuirse por ondas hertzianas hasta pequeños receptores de OM o de FM, alimentados por pilas. Sin luz, no servían los teléfonos móviles que recibían la señal de radio a través de internet (IP), tampoco los altavoces inteligentes, que necesitan cobertura wifi, ni la radio por TDT, que se distribuye por televisión. La radio de toda la vida, la que sigue emitiéndose por FM demostró su incuestionable fortaleza en una situación límite vivida por un país entero. Y se erigió, por las circunstancias, en el único medio capaz de seguir funcionando, tanto en la emisión como en la recepción
En esta euforia colectiva del sector radiofónico, crecido
ante la adversidad de las circunstancias, la radio aparecía como la
quintaesencia del servicio público, confundiéndose términos, y en algunos casos
contaminados por intereses grandilocuentes. La radio no es, toda ella, servicio
público, sino un servicio de 'interés general', que es bien diferente. Las únicas
que se identifican con el concepto ‘servicio público’ son las financiadas por el
erario público: RNE en primer lugar, las autonómicas, provinciales y
municipales después.
RNE, la cadena más escuchada durante el apagón
La
radio pública, en este caso, se benefició de su magnífica cobertura nacional y
fue, según reconoció una encuesta de urgencia desarrollada por el Centro de
Investigaciones Sociológicas (CIS), la emisora más escuchada durante el apagón,
seguida de la SER, COPE y Onda Cero. Los españoles confiaron en su radio
pública. Es una buena noticia. No porque la radio privada no hiciera un
magnífico trabajo, a todos los niveles, nacional y local. De hecho, si
consideramos la suma de la audiencia de la radio comercial, la mayoría de los
españoles no eligió RNE, pero tampoco está mal reconocer la confianza generada
por la radio que pagamos entre todos los españoles indirectamente a través de
nuestros impuestos (puesto que no lo hacemos directamente, a través de un
canon, como sí ocurre en otros países).
Paradójica circunstancia: El éxito de RNE y el anuncio de “cambios
difíciles”
El mismo día del apagón, por la mañana, José
Pablo López, presidente de RTVE, anunció en
comparecencia en la Comisión de RTVE, en el Congreso de los Diputados, “cambios
difíciles en RNE, pero necesarios”. López se preguntaba qué había pasado para que
RNE pasara de ser “la segunda emisora más escuchada en 2012 a la cuarta,
según el EGM”. Pocas horas después de adelantar estos cambios, que están
produciendo en Prado del Rey auténticas avalanchas de rumorología, que hablan
de cambios en las mañanas, en el fin de semana, en deportes y hasta el futuro
incierto de una emisora de auténtico servicio público como es Radio 5 Todo
Noticias, el CIS confirmaba que su trabajo durante el apagón había sido el más
escuchado de todas las radios. El éxito, cuando menos, pone en duda si
realmente RNE se merece de nuevo otro terremoto de cambios que vuelvan a
sumirla en el caos (incluidos los oyentes), una medida que puede volver a ser
traumática para los trabajadores de la Corporación, que tampoco lo merecen.
Tampoco ayudan mucho los cambios introducidos en la programación de TVE, con la polémica incorporación del programa “La familia de la tele”, de Belén Esteban, despedida de Mediaset, cuya identificación con contenidos de servicio público se antoja difícil. Los cambios en la televisión pública dan a entender que José Pablo López está más preocupado en conseguir audiencia a cualquier precio, que a responder al auténtico mandato de servicio público que compete a la Corporación. En todo caso, los cambios, de llegar, deberían decidirse cuanto antes, porque hay que implementarlos, preparar los nuevos equipos, redistribuir recursos y todo esto no se logra en dos días. Mientras tanto, la rumorología aumenta hasta menoscabar, una vez más, el ánimo de los profesionales de RNE.
Desde el sector radiofónico comercial se apresuraron a hacer
un estudio
de urgencia, firmado por el prestigioso instituto de investigación de
audiencias IMOP Insights, que concluyó que 22 millones de españoles se
informaron del apagón por la radio. Todo ello con un claro objetivo
marketiniano de subrayar y destacar las fortalezas de la radio y todo lo que
representa, ansiosos de 'iluminar' a las marcas que aún no se anuncian en la radio para que reaccionen a la vista de los hechos e inviertan en ella. Fortalezas que se mostraron sólidas durante el apagón y el papel
representado por el medio, incuestionable, tremendamente eficaz.
Aunque desde el propio sector se silencia cualquier atisbo
de autocrítica, muchas son las voces que hablan de la necesidad de renovación de
la radio. Una de las más escuchadas, la del consultor británico afincado en
Australia, James Cridland, que no deja de advertir sobre los trastornos
en curso y los cambios inevitables que redefinirán la radio en los próximos
años, y exige nuevas estrategias para seguir siendo relevante. No es el único. Desde estas mismas páginas hemos insistido en términos similares.
Es posible que, tras el papel de la radio en el apagón, haya voces internas, desde el triunfalismo, que contesten: ¿Cambios? ¿Para qué? Si la radio demostró que puede conectar a todo un país con la actualidad, aunque se caiga la red eléctrica”. Partiendo de que estos picos de audiencia solo se producen en situaciones límite, la industria parece no querer darse cuenta de las amenazas que se ciernen sobre la radio, como, por ejemplo, la desaparición de los receptores de los automóviles. No es una entelequia hablar de un escenario en que las radios hertzianas desaparezcan de los salpicaderos de los coches conectados, y sean sustituidas por radio online a través de internet o, directamente, suprimidas, con la única alternativa del equipamiento de Bluetooth con el que poder conectar un dispositivo externo.
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Un modelo de Citroën que carece de radio, solo dispone de conexión Bluetooth para conectar un dispositivo externo, pero carece de acceso directo y autónomo a radio hertziana (Fotografía Citroën) |
Tanto preocupa esta circunstancia a un sector de la industria
de la radio, agrupado en WorldDAB, el organismo internacional que vela por la
extensión de la Radio Digital Terrestre, que
hoy, lunes, 19 de junio, desarrollará su importante sesión “WorldDAB
Automotive 2025” en Madrid, con la Corporación RTVE como anfitrión. El gigante norteamericano Google está detrás
de la nueva era del entretenimiento en los coches conectados, a través de su
App “Google Automotive”, cuyo control podría significar la marginación
de la radio de los salpicaderos, en un entorno cerrado, de difícil acceso (gatekeepers),
que convierte ese nuevo escenario en toda una amenaza para el futuro de la
radio, muy comprometido con la repetición de lo vivido durante el pasado 28 de
abril con el apagón.
Solo la radio hertziana puede formar parte del ‘Kit de
Supervivencia’
No es un eslogan, es la realidad que hemos vivido en la crisis del apagón: la radio difundida por ondas, analógica (OM, FM) o digital (DAB+) representa la seguridad de un país ante una catástrofe o emergencia. Los humanos acostumbramos a tropezar dos y más veces con la misma piedra, pero en este caso deberíamos hacer el esfuerzo de defender, allá donde sea necesario, que la radio por ondas, aquella que no depende de internet para distribuirse, aquella que no requiere de suscripción ninguna, aquella que no puede ser censurada por países totalitarios, aquella que no puede ser rastreada, es el medio de transmisión más seguro de todos cuantos existen, sin ser tampoco infalible. Aprendamos de las lecciones, sobre todo de las más graves. No podemos permitir que la radio se convierta en un simple gadget de entretenimiento, a la altura, con todos mis respetos, de Spotify, o plataformas similares. Es mucho más importante. Es la conexión con la vida, minuto a minuto.
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