Juan Ramón Lucas: “Ni la forma ni los contenidos van a buscar a la ciudadanía de 60 años”

- Vuelve a casa, a una de sus tres grandes casas de radio: empezó en la Cadena SER, continuó en Onda Cero, en una primera etapa, aterrizó en las mañanas de RNE, hasta que le despidieron por hacerlo bien, en 2012, regresó a Onda Cero, junto a Carlos Alsina, para gestionar la salida de Carlos Herrera, al frente de “Más de uno”, para pasar luego al informativo nocturno, “La Brújula”, que cedió a Rafa Latorre, y regresa ahora a RNE para reeditar su indiscutible éxito de audiencia en su primera etapa
- Lucas es un tipo querido, de probado prestigio en la profesión, que le ha permitido trabajar en tres cadenas que, aparentemente, se sitúan en púlpitos ideológicos distintos y hasta contrapuestos. Su formación como periodista, adquirida en la SER, venera dos máximas imprescindibles en el ejercicio del periodismo: una, “en caso de duda, haz periodismo” y dos, “los hechos son sagrados; las opiniones, libres”
Juan Ramón Lucas, en el estudio 101 de la Casa de la Radio, en Prado del Rey (Fotografía RTVE)
“Comparto con la dirección de RTVE aumentar la audiencia de Radio Nacional. Como profesional me gustaría también cerrar mis cuarenta y tantos años de oficio con el buen sabor de boca de regresar a la casa donde probablemente más feliz haya sido nunca, y haber logrado mi objetivo de conseguir más oyentes y más prestigio para la radio pública”
-Mi reto, Gorka, es mantener la audiencia que hay en este
momento y atraer públicos que hasta hoy permanecían indiferentes o directamente
alejados.
-Entonces, ¿cómo se puede renovar la antena de RNE? ¿A
través de los contenidos, de las nuevas realidades que nos rodean, el escenario
digital, por ejemplo, que tanta brecha generacional ha abierto? ¿Tratando de
simplificar las barreras?
-Lo primero es serenar ánimos. Esta radio tiene que crecer
entre las personas que están cansadas de ruido y furia, de fragmentación y
diferencias, de gritos que no llevan a ninguna parte, de penuria en el debate
social y político. Y eso creo que no afecta a tramos concretos de edad. Como
todo el universo digital, con especial atención a la Inteligencia Artificial.
Todo lo que nos ocupa y preocupa y se pueda compartir o aprender estará
presente en la antena del programa. Y, desde luego, la calle. Radio Nacional
tiene dos grandes fortalezas: su amplia red de emisoras y su contundente tejido
de corresponsales internacionales. Ambos van a ser esenciales a la hora de
diseñar los contenidos. La única ambición es ser útil y entretener, que no es
poco.
-¡Y tanto! Hablábamos antes de retos, ¿si cambiamos y hablamos ahora de los objetivos que te han marcado y los que tú te has marcado como Juan Ramón Lucas, periodista al frente de ‘Las Mañanas de RNE’?
“Llego más sabio, aunque solo sea por viejo, y con la independencia absoluta que me da no tener que demostrar nada a nadie y tener la vida resuelta”
-El objetivo que comparto con la dirección de RTVE es
consolidar y hacer crecer la audiencia de Radio Nacional. Como profesional me
gustaría también cerrar mis cuarenta y tantos años de oficio con el buen sabor
de boca de regresar a la casa donde probablemente más feliz haya sido nunca, y
haber logrado mi objetivo de conseguir más oyentes y más prestigio para la
radio pública.
-¿Qué Juan Ramón Lucas
se van a reencontrar los oyentes de RNE trece años después de tu marcha de las
mañanas?
-El mismo profesional que disfruta de su trabajo y participa
de las emociones de los oyentes. Quizá el cambio con respecto a la etapa
anterior es que soy más sabio, aunque solo sea por viejo, y con la
independencia absoluta que me da no tener que demostrar nada a nadie y tener la
vida resuelta.
-¿Cómo se establece el
compromiso de un profesional con sus oyentes?
-Siendo riguroso, leal, honesto y cercano. Y creyendo de
verdad en lo que haces.
-Hay unas
querencias en todo periodista, condicionadas por sus propios orígenes. Tú
comenzaste en informativos y derivaste en programas. De un tono más rígido a
uno mucho más flexible, en el que aflora más tu personalidad. ¿A quién quieres
más, a mamá o a papá? ¿O, planteado de otra manera, dónde hay más verdad?
Una de las características de Juan Ramón Lucas como profesional se centra en la cercanía con sus oyentes (Fotografía RTVE)
-Siempre he procurado pasar sobre esas divisiones entre programas e informativos. La comunicación sobre la actualidad no debe encapsularse, y menos en un programa de radio. Todo es vida, todo es compañía, todo son noticias y asuntos que nos interesan a todos. El hábito, los horarios y los contenidos sugieren ritmos y lenguajes distintos, pero lo que para mí marca el camino, el criterio, que decimos los periodistas, es la cercanía en las historias –que nos afecten- y en el tono –que nos identifique y ofrezca calidez y seguridad-. Por ahí seguiré yendo.
“La radio privada cuenta con intereses comerciales, tiene sus obligaciones, servidumbres podríamos llamarlas también, de las que la pública carece. Por definición, la pública es la de todos. Y eso exige un compromiso de neutralidad por encima de la opinión propia y, por supuesto, de la autoridad política. No es que deba ser independiente, es que tiene la obligación de serlo. Y neutral. Y de todos. El compromiso del profesional es mayor que en cualquier otro medio”
-¿Tienes el cuerpo
preparado para asumir seis horas de radio en directo, cada día; o sea, 30
horas, casi una jornada laboral frente al micro, sin contar las horas previas fuera
de antena?
-Soy bastante austero y riguroso en los horarios, Gorka. En los
últimos años me acostumbré a levantarme entre cinco y cinco y media todos los
días para escribir. La madrugada te asegura tranquilidad y silencio, igual que
el amanecer te estimula y te llena de energía. Ahora se trata de adelantar ese
horario un par de horas. Seis horas de radio en directo son muchas horas, pero
cada minuto es para mí una delicia, cada conexión una oportunidad, cada
encuentro o cada entrevista una prometedora propuesta de diálogo. Quizá lo que
más voy a notar es esa exigencia de atención constante a la actualidad que te
dificulta desconectar. Pero me buscaré mis espacios, mis huecos de silencio; la
meditación ayuda mucho en eso, y yo la practico a diario. En todo caso, lo que
nos hace felices pesa poco, aunque lleve mucha carga.
- La profesora Laura M. Otón, de la Universidad de Nebrija,
escribió un tuit en X, en el que decía: “Hay un concepto en
medios: ‘Generación tapón’ y sí, son estupendos comunicadores de gran solvencia
para los oyentes de ahora, pero si la radio necesita oyentes nuevos, esa
generación debe dejar paso. Dicho lo cual, le deseo lo mejor a RNE y a Juanra
Lucas”. ¿Una reflexión sobre la ‘Generación Tapón’?
-No estoy seguro de que la nueva audiencia llegue con profesionales nuevos. No es una cuestión generacional, sino de capacidad y talento. De escuchar, entender, y actuar. Es un poco lo que te decía antes: en la nueva Radio Nacional, van a tener voz esas generaciones que ahora se nos alejan, que no piden paso porque no les interesa nuestro camino. Hay que atraerlas, sí, pero no necesariamente poniéndoles al frente de los proyectos de comunicación sino escuchándoles y abriéndoles la puerta. En todo caso no estoy muy seguro de que haya eso que la profesora llama “generación tapón”. Algunos de los mejores y más solventes profesionales de la radio hoy, gente como Rafa Latorre o Aimar Bretos, rondan o no llegan a los cuarenta.
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Juan Ramón Lucas junto al director de RNE, Roberto Santamaría, en la presentación de la programación de esta nueva temporada de RNE 25-26 (Fotografía RTVE) |
-Desde tu segunda salida de Onda Cero, te orientaste, por devoción y convicción, hacia el mundo del pódcast, con suerte desigual. A Álex Fidalgo le reconociste que sufriste “un fracaso empresarial”, por empeñarte en defender que “el pódcast solo es sonido”. ¿Qué te ocurrió?
“Radio Nacional tiene dos grandes fortalezas: su amplia red de emisoras y su contundente tejido de corresponsales internacionales. Ambos van a ser esenciales a la hora de diseñar los contenidos. La única ambición es ser útil y entretener, que no es poco”
-No fui capaz de entender la fuerza comercial que tiene la
combinación de imagen y sonido. Probablemente por la reserva que los
profesionales de la radio tenemos ante las cámaras dentro del estudio. En su
día yo me negué a aceptarlas. No me quedó más remedio que tragar finalmente. -Pero
cuando centré mi atención en el pódcast me propuse mantener su esencia
“radiofónica”. Y la jugada no me salió.
-¿Qué necesitas si quieres sobrevivir en el sector de la
comunicación privada?
-Pues, evidentemente, necesitas publicidad o patrocinadores.
No conseguimos alcanzar ese punto de equilibrio. Las marcas querían imagen y
nuestro producto sonoro no tenía el alcance suficiente. Ahora es distinto. O lo
he visto mejor. Salvo alguna excepción, los pódcast de más éxito tienen
recorrido en Youtube. De hecho, esa plataforma es la más utilizada no solo para
ver, sino también para escuchar pódcast. La experiencia de “Sr. Wolf” me lo ha dicho
muy clarito. Ahora, en RNE vamos a potenciar la mirada audiovisual, con mucha
más presencia en redes, instagram o tik-tok, por ejemplo, y en Youtube.
-Te pido tu
opinión sobre esta frase: “El pódcast es la libertad absoluta, frente a una
radio de servidumbres?
-La primera parte la suscribo absolutamente. Frente al pódcast, el oyente y el profesional eligen el momento, el tema y su tiempo. Los códigos del pódcast son distintos a los de la radio y aunque aquél es la siguiente pantalla de la radio, tienen personalidades y rasgos de carácter diferentes. De hecho, esa diferencia es lo que hace que sigan siendo complementarios. Escucho el pódcast cuando quiero y como quiero, pero si necesito saber lo que está pasando ahora mismo, conecto la radio. En cuando a la segunda parte, podríamos discutir. ¿De qué tipo de servidumbres estamos hablando? ¿La propiedad de los grandes medios? ¿Las exigencias técnicas del directo? Todos los medios tienen servidumbres y hay que convivir con ellas.
“No estoy seguro de que la nueva audiencia llegue con profesionales nuevos. No es una cuestión generacional, sino de capacidad y talento. De escuchar, entender, y actuar. Es un poco lo que te decía antes: en la nueva Radio Nacional, van a tener voz esas generaciones que ahora se nos alejan, que no piden paso porque no les interesa nuestro camino. Hay que atraerlas, sí, pero no necesariamente poniéndoles al frente de los proyectos de comunicación sino escuchándoles y abriéndoles la puerta”
-Probablemente, concretar las servidumbres nos llevaría
otra entrevista específica. En el
escenario de los competidores, solo te vas a reencontrar con uno de tu anterior
época en RNE, Carlos Herrera,
que antes estaba en Onda Cero, y ahora en COPE. En la SER ahora está Àngels
Barceló y en Onda Cero, de la que hace ‘dos días’ (tres años) saliste, a tu
admirado Carlos Alsina, que no ha dudado de enviarte un saludo en antena
y toda la suerte para tu nuevo proyecto en RNE. ¿Qué saludo les envías a cada
uno de ellos? ¿Vas a intentar robarles oyentes, desde el respeto?
-He intentado volver a repetir el saludo con que empecé en
Radio Nacional en 2007 y en Onda Cero en 2015, en que conecté con todos, menos
la SER, en la mañana de arranque del programa. Pero esta vez no ha sido
posible. Lo que en un día como hoy, recién estrenado el programa, quiero
decirles es que seguiré aprendiendo de ellos, y les deseo éxitos profesionales
y salud en lo personal, pero procuraré arrebatarles parte de lo que tienen, del
mismo modo que ellos intentarán impedirme que lo haga.
-En todo caso es una sana competencia, desde el respeto y
la admiración mutua, Juanra. Tú has
trabajado en la SER, en Onda Cero y en RNE. ¿Qué es lo que cambia en la radio
pública, frente a las privadas, aparte de que aquí no tienes bloques
publicitarios, y una hora son 57 minutos reales (menos el boletín)?
-No es cuestión menor la de la publicidad. Desde el punto de
vista del formato, su ausencia te obliga a un ritmo distinto, inevitablemente
más lento y sereno. En cuanto a los contenidos, resulta más grato para el
oyente, lo cual no deja de ser una ventaja. Pero la diferencia fundamental,
nuclear, entre la radio privada y la radio pública es que esta no tiene
intereses comerciales y aquélla sí. Tampoco orientaciones políticas, aunque
pueda darse una tendencia a la oficialidad. La radio privada emite, por tanto,
con obligaciones –servidumbres, si quieres-
de las que la pública carece. Por definición, la pública es la de todos.
Y eso exige un compromiso de neutralidad por encima de la opinión propia y, por
supuesto, de la autoridad política. No es que deba ser independiente, es que
tiene la obligación de serlo. Y neutral. Y de todos. El compromiso del
profesional es mayor que en cualquier otro medio.
-Por último, ¿cuál, o cuáles, son tus balones de oxígeno frente a la presión de la actualidad, de la que un periodista que ocupa un puesto tan comprometido como el tuyo no puede huir: los caballos, Asturias, la literatura...?
Juan Ramón Lucas llegó agradeciendo y elogiando el trabajo de su predecesor, Josep Cuní, y deseando suerte a sus competidores del resto de las cadenas (Fotografía RTVE)
-Vivir como lo hago. Buscar espacios de serenidad y silencio. A diario, la meditación y el agua fría (reconstituye, estimula, agita el sistema inmunitario), la relación con la gente que quieres, la conversación, la literatura; lo que me procura calma y todos tenemos a nuestro alcance. También, aunque ahora los disfrutaré menos, mis espacios propios de tranquilidad en Asturias, la relación con los caballos y la práctica de la conversación silenciosa con ellos. Me centraré más, mucho más, en un trabajo exigente y comprometido que obliga a ampliar el foco y pensar más allá del espacio y el tiempo propios, pero seguiré haciendo las mismas cosas y reservándome espacios de intimidad y también de relación. En realidad, no puedes hacer buena radio si no tienes los pies en el suelo y el corazón y la mirada en la calle, y oasis propios para tomar aliento.