La presencia de los oyentes en la radio
- Tradicionalmente, la radio se debe a sus oyentes. Una emisora sin audiencia es como un banco sin clientes: nada. La aspiración de cualquier emisora de radio es, lógicamente, contar con el mayor número de seguidores posible, a partir de los cuales negociará en el sector publicitario la cuota de audiencia que le corresponde, en el caso de las emisoras comerciales
- La pregunta que los responsables de la radio, y de los programas, se hacen continuamente, es ¿cómo se refleja en la antena la presencia y el seguimiento de los oyentes? ¿Dónde reside el equilibrio? ¿Tienen que estar presentes, o no? ¿En qué emisoras no es recomendable su presencia, porque no aportan, y en cuáles sí?
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| El Whatsapp es una nueva forma de comunicación que la radio ha sabido aprovechar al máximo (Fotografía Pixabay) |
Corresponde a los directores de Programación, de acuerdo con los directores de cada uno de los programas, parcelar su tiempo en antena para dedicárselo a los oyentes, sin que el tiempo exceda lo estrictamente necesario, siempre vigilantes de que las opiniones mostradas respondan a la oportunidad de las circunstancias y se manifiesten con respeto y buenas formas. Estoy hablando de un filtrado mínimo, que garantice la libertad de todos y de ninguna manera de censura, más allá de llamadas que recojan insultos, intervenciones incomprensibles o técnicamente deficientes
Trece años antes de que Joaquín Guzmán impulsara “La Gramola”
en M80 Radio, los Premios Ondas premiaron en 1982 a un programa de RNE, la
emisora pública, que demostró que los oyentes de radio españoles estaban más
que capacitados para preguntar en directo a invitados de primerísimo nivel:
políticos, economistas, sociólogos, etc. El programa premiado era “Directo,
directo”, y su director, el malagueño Alejo Jesús García Ortega, más
conocido en antena como “Alejo García”. Alejo puso en marcha este programa en
el que quienes preguntaban a los invitados eran los oyentes a través del teléfono.
España había recobrado poco antes las libertades, tras el yugo franquista, y la
radio lo certificó con el programa de Alejo. Con el tiempo, Alejo se llevó el
formato a COPE, transformando su nombre por el de ‘Popular, popular”,
pero ya no tuvo tanto éxito. Los tiempos cambian y las modas pasan. Hoy tampoco se podría emitir un programa de estas características en la que los oyentes preguntan a nuestros políticos. Ninguno se arriesgaría...
Los oyentes presentes en La Pública
Tal vez desde entonces, la radio pública se ha obsesionado
con las llamadas telefónicas en directo. La máxima expresión de la condición
pública de RNE, entienden algunos, se manifiesta a través de la participación
de los oyentes en la antena de la radio. Es indiscutible que el argumento
responde a la realidad, en la medida en que son esos mismos oyentes ‘los
propietarios’ últimos de su radio pública y los principales beneficiarios de su
presencia y trabajo informativo. Si retomáramos la filosofía de “Directo,
directo”, ¿por qué no reproducir el formato de este programa en 2025? ¿Por
qué no poner en marcha un programa en que los oyentes entrevisten en directo a los
ministros del Gobierno, a la judicatura, a miembros destacados del partido de la
oposición? Evidentemente, el oyente se habrá respondido a a sí mismo: hoy en
día, un programa de esta naturaleza en la radio pública sería una bomba de relojería
y los primeros que se negarían a participar en él, como comentaba anteriormente, serían los políticos. Este sería la mayor expresión de la participación de los oyentes en la antena. Pero va a ser que no.
Los tiempos de convulsión social y política que vive el país,
conducido deliberada y estratégicamente hacia el enfrentamiento ideológico,
renovando un interesado guerracivilismo incomprensible en una sociedad moderna
y culta, no parece ser el marco más recomendable para poner en marcha un
programa de hace más de cuarenta años que demostró la educación, la mesura y la
tolerancia de aquellos españoles que, desde el respeto, preguntaban lo que
querían a los invitados, y estos respondían conscientes de que los españoles
habían recuperado, por derecho, sus libertades y ellos estaban contribuyendo a
consolidar ese logro. La polarización nos ha convertido no solo en españoles enfrentados, sino sobre todo en ‘españoles cabreados’.
Una nueva tecnología: el Whatsapp
¿Qué tecnología se ha incorporado en los últimos años que la
radio ha hecho suya y ha introducido con éxito en la antena? Me refiero a las
notas de audio de Whatsapp, la App. de META. Ya en 2016 escribía un post en
este sentido, titulado: “Whatsapp
y la radio: una relación muy próspera”, en el que calificaba esta nueva
oportunidad tecnológica como “el
guardián de la autenticidad” de los oyentes. Ese viejo cuarto de la SER
ocupado por decenas de contestadores automáticos desapareció arrastrado por las
nuevas formas de comunicación digitales. Pero, en el fondo, la filosofía era la
misma: seleccionar las mejores llamadas de los oyentes, las que realmente
aportaban en la antena, y prescindir de las previsibles, repetitivas,
lisonjeras y maleducadas.
| Los estudios están preparados tecnológicamente para conectar con whatsapp en directo, a través de llamadas con esta App, lo que proporciona un mejor sonido (Fotografía Cadena COPE) |
El éxito de un programa nocturno que ocupó durante décadas las madrugadas de la Cadena SER, y que creó, primero en el circuito catalán, en 1989, Gemma Nierga, para trasladarse luego a nivel nacional por iniciativa del entonces director general de esta cadena, Daniel Gavela, fue, precisamente, la selección de las llamadas en directo del programa. “Hablar por Hablar” era un programa de los oyentes. Pero no de cualesquiera oyentes. Que se lo digan a Fina Rodríguez, a Mara Torres, a Cristina Lasvignes, a Adriana Mourelos, entre otros nombres, que atendieron el teléfono durante años para garantizar las mejores llamadas en la antena, aquellas gracias a las cuales creció el programa y se rodeó de cientos de miles de oyentes. El primer ‘filtrado’ era que el oyente llamaba a la radio, pero dejaba su teléfono para que fueran las productoras las que le llamaran posteriormente. De esta manera, se evitaba -aunque no siempre- que las formas fueran inadecuadas, amparándose en el anonimato.
La radio pública vive obsesionada con las llamadas telefónicas en directo. La máxima expresión de la condición pública de RNE, entienden algunos, se manifiesta a través de la participación de los oyentes en la antena de la radio. Es indiscutible que el argumento responde a la realidad, en la medida en que son esos mismos oyentes ‘los propietarios’ últimos de su radio pública y los principales beneficiarios de su presencia y trabajo informativo. Póngamonos en marcha: ¿sería posible reeditar el formato de "Directo, directo": un programa en que los oyentes entrevisten en directo a los ministros del Gobierno, a la judicatura, a miembros destacados del partido de la oposición? ¿Hace falta responder?
Los oyentes deben estar presentes en la radio. Ellos son la
razón última del medio. Y, en el caso de la radio pública aumenta el compromiso
por escucharles y compartir sus reflexiones y opiniones. Pero no a cualquier
precio. Además, está demostrado que, por lo general, quienes llaman a la radio
son los mismos oyentes, que llegan a formar parte de un círculo habitual, y
hasta casi familiar para los programas y, en consecuencia, sus preguntas u opiniones
resultan muy previsibles, cuando no excesivamente superficiales y de dudosa
aportación.
Josh Mendez, uno de los autores de la web mexicana Radionotas.com, dedicada al análisis de la
radio y el audio, establece en uno de sus artículos recientes, “¿En
qué tipo de emisoras de radio SÍ deberías eliminar el contacto vía telefónica?”.
Méndez se refiere a emisoras “donde
la experiencia se basa en la inmediatez, música continua o públicos digitales”.
Y cita, expresamente, los casos de emisoras “con formato ‘non-stop hits’”, “emisoras
dirigidas a la Gen Z y los Millennials”, “emisoras conducidas por locutores
creados con IA” o “emisoras corporativas, institucionales o de servicio interno”.
Sin estar de acuerdo al cien por cien con sus reflexiones, porque las
circunstancias pueden variar y facilitar el cambio, sí entiendo que las
llamadas de oyentes tienen su espacio, momento y programa.
Hay otro aspecto generacional que añade más problemas a la participación de los más jóvenes a través del teléfono, y es que, para un gran porcentaje de ellos, las llamadas en directo les provocan ansiedad. No les gusta que les llamen, ni llamar. Prefieren el Whatsapp y las redes sociales, donde se sienten más seguros y menos violentados por llamadas que interrumpen su ritmo vital. La radio en directo no les atrae. Prefieren elegir la temática y el momento para consumir contenidos. Pero no todo está perdido, a través de los nuevos canales digitales se mueven como pez en el agua y son extraordinariamente comunicativos. La radio tiene que aprovechar este nuevo hábito.
Otro paso tecnológico importante es que los estudios de radio hoy están preparados para conectar vía llamada de Whatsapp, lo que proporciona una mayor calidad a la intervención del oyente (o de un invitado), y hace que el viejo sonido de lata de las llamadas convencionales pase a la historia. Hace falta que la conexión con Whatsapp sea estable, lo que no siempre ocurre, pero cuando lo hace el sonido es mucho mejor, y se agradece en la antena.
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| Alejo García en RNE (Foto Archivo Guillermo Orduna) |
El oyente, al final, se convierte en un colaborador más del programa y, como todos, está sometido al criterio del director o directora, que establece las pautas de funcionamiento de cada una de las secciones de su espacio y responsabilidad. Los oyentes deben respetar las mismas normas de decoro y educación, preservación de las buenas formas, y por supuesto respeto, que el conjunto de los colaboradores e invitados del programa debe contemplar en la antena. Sin olvidar nunca que los oyentes constituyen la razón última de todo...
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